Violencia (4).

“La misma droga “dura” es la realidad… la cocaína y la violencia nos sirven para eludirla”

Paciente adolescente en tratamiento por consumo abusivo de sustancias adictivas en tratamiento de rehabilitación.

La verdad que nos muestra el síntoma del paciente es “brutalmente” certera. Así la realidad se transforma en lo imposible de asumir. La realidad como vacío, espectáculo, inconsistencia. Esa realidad como droga atrapa, es un señuelo y también enloquece. La verdad del síntoma se lleva puesto al propio paciente y termina enloquecido detrás del “polvo blanco” o de una violencia feroz. ¿Cómo lidiar con una realidad que es farsa y además contradictoriamente violenta? Nos tenemos que preparar para convivir con una realidad enloquecedora y poder rescatar nuestra libertad en medio de todo esto. H. Searle, un grande de la psiquiatría de la esquizofrenia con quien tuve el honor de estudiar en USA. me decía: “la inducción a la locura es el equivalente psicológico del asesinato”. No solo en la casa nos pasa esto sujeto a padres contradictorios y niños ellos en sus conductas sino  en la calle en donde ya desde pequeños estamos sometidos a una erotización precoz como forma incestuosa de movilizarnos con figuras familiares o sociales prestigiadas asociado esto a una pantalla que propone como prestigioso el ejercicio automático y perverso de la sexualidad a un “infans” (infante es el que no habla y por ende a quien se le graba en letras de molde la realidad impuesta) quien aun no tiene respuestas ante tanta excitación. En Posadas (Misiones) un director de escuela llama a los padres a trabajar en conjunto los problemas crecientes de droga y violencia en la población secundaria. Un padre se persigue  con la convocatoria y arremete verbal y físicamente al Director y le fractura un brazo. El hijo asiste a una muestra de violencia y descalificación hacia la autoridad por parte de su propio padre ¿a quien creerle? La realidad es enloquecedora. Un grupo de violentos impide la elección de autoridades en la Universidad Nacional de Rosario y medios periodísticos serios confirman que los agredidos contratan a miembros conspicuos de la “barra brava” de N. Old Boys. La policía queda en el medio de dos grupos violentos. Situación tragicómica. Los representantes constitucionales de la ley quedan en el triste papel de monigotes  a “fuego cruzado” o a “pedradas cruzadas”. Otra vez la realidad enloquece y la violencia es la única forma de resolver situaciones. Podríamos seguir con los etc., etc. desde el Carlos Pellegrini en donde el absurdo se entroniza como realidad hasta la solicitada (poco publicitada) de la Unión Tranviarios Automotor el 22 de marzo en donde denuncian la toma del espacio público por “ bandas de paco” que  tiene en  el botín de la bonetería  la monedas necesarias para la transacción de drogas. Así murió el colectivero Juan Santucho el 18-03-07 al resistirse a entregar la recaudación en Laferrere. W. Churchill nos enseñó que cuando “no vemos las causas debemos atenernos a las consecuencias”. El lo refería a un desastre ecológico que los meteorólogos le anunciaban y el pueblo a pesar de los informes no reaccionaba. Fue uno de los huracanes con tormentas que invadió la isla. La prevención era para él la clave.

Parecería que se está imponiendo la violencia como cultura. El dialogo como eje de la cultura es una subcultura marginal. Confrontación con debate, negociación y consenso quedan atrás. El palo, la capucha, el grito y la presión amenazante parecieran invadir todos los ámbitos desde la cancha hasta la Universidad. Pero lo fundamental es darse cuenta. Ese paciente que relatábamos al principio se está dando  cuenta de la locura en que vivió y está creciendo por dentro para no enloquecerse más con drogas y/o violencia. Como el dice “estoy zafando” o sea esta haciendo conciente la inconciencia en la cual vivió.