Padres y Drogas

“El terapeuta tiene que poner a los padres en el asiento de  conductor”

S. Minuchin, Terapeuta Familiar.

En los talleres de formación para padres en la  prevención de adicciones el segundo lema es “hable con su hijo del alcohol y  drogas”. Hablar implica un acercamiento educativo fundamental. Hablar y escuchar  es reconocer al otro, aunque en algunos casos esto puede pasar por una  confrontación. Ya en la Biblia  se decía:”…en el Principio era el Verbo”. O sea la palabra como principio de  todas las cosas, sin locución no hay vida ni crecimiento. Faltan palabras en la  sociedad y por ende en las familias. Hoy en la cultura adolescente el alcohol y  las drogas, para muchos, es un hecho cotidiano; es más llega a formar parte del  mundo del consumo como lo es un jean, un mp3, un teléfono móvil, etc. En un  estudio realizado por una educadora de amplios conocimientos como es la  profesora Angustia González (provincia de Buenos Aires) a los estudiantes  secundarios el 90 % no cree que generen dependencia ni el alcohol ni las drogas.  Por otra parte el 60 % cree que el consumo de estas sustancias es una exigencia social o será una presión de los pares o de  los medios para incluirse bien en los grupos. El 70 % cree que no dañan la salud  y que ayuda a tener amigos. Por lo tanto hablar con los hijos significa partir  de estas creencias que están instaladas en la cultura juvenil: las drogas y el  alcohol son un objeto de consumo más en el medio que ellos viven y nada tiene  que ver con un  daño a la salud y al  desarrollo pleno hacia la juventud. Estas creencias están arraigadas en los  verdaderos mediadores y transmisores de cultura para lo jóvenes: los “pares” (amigos y compañeros), la calle como portadora de usos y costumbres (la barra,  la esquina, el kiosco donde se dan los encuentros, las “paradas”) y los medios  de comunicación que es el universo multiforme de imágenes y palabras a través de  lideres musicales o conductores juveniles muy queridos que “bajan línea” acerca  de lo que es bueno y/o malo, lo que es “careta” o lo que “tiene onda” mas allá  de cualquier consideración sobre la salud. Los medios a su vez responden a la  cultura publicitaria en donde el joven es un objeto de mercado apetecible para  la venta tanto de música, pantalones, festivales, etc. Pero tanto los “pares”, los medios y la calle son un verdadero producto cultural que prestigia ciertos  usos y desprestigia otros. Las drogas y el alcohol son usos prestigiados en  radios juveniles y son circuitos que dan pertenencia e identidad que al fin de  cuenta es lo buscado por el joven para huir del vacío y la angustia que  circunvalan toda su crisis de desarrollo.

Hablar desde los padres sobre las drogas y el  alcohol es sortear dos vallas: A- Los padres no son tan importantes frente a los  verdaderos transmisores de cultura; los medios, los “pares” y la calle. B- La  palabra como tal está devaluada y alejada del mundo adolescente ya que es la  imagen, el mundo como pantalla, el ciberespacio, el universo de la música, la  palabra efímera, la cultura del “switcher” y del “video clip” lo esencial. Hablar hoy con el adolescente es entender  estos paradigmas de un mundo que ha cambiado en donde la imagen parece ser todo,  la palabra parece sobrar y en donde la rapidez del “video clip” es casi una  forma de vida.

De todas maneras este nuevo mundo adolescente “llora” en sus síntomas: desamparo, dependencias mortíferas, atrasos académicos,  imposibilidad de crecer autónomamente. La palabra de los padres, si estos están  instalados en su función va al “corazón” que es el valor devaluado, que hoy no  está en las góndolas de los variados supermercados de la post-modernidad pero  que está necesitando una orientación. La función de los padres hoy es muy  difícil porque la cultura juvenil se transmite por fuera del vínculo filial y a  través de prestigiados circuitos de mercado en donde el alcohol y las drogas son  una de las mercaderías que se ofrecen.

Por otra parte la palabra paterna y materna siempre  es buscada aun desde la confrontación porque es lo único que tiene gratuidad. Es quizás lo único gratuito en un mundo marcado por la renta y las marcas.