“El psiquismo no se arma como un barco en un astillero, sino como una balsa en alta mar”

Los primeros años de Vida – Roberto Frenquelli Neurocientífico de Rosario

Parecerìa ser que vivimos en tiempos en donde la palabra està devaluada. Entonces al caer lo que nos define como humanos o sea hablar y escuchar surgen las respuestas màs atávicas : la violencia. Las calles son testigos de esta realidad en sucesos de la crónica cotidiana : secuestros seguidos de muerte , familias enteras que participan de delitos, robos bajo circunstancias de consumo de sustancias,etc. Considero que no es solamente un análisis de la política criminal lo necesario. Tampoco exclusivamente el auge evidente de las organizaciones narco- barriales con sus cadenas de “dealers” y de armas a su disposición y en alquiler. Si la violencia es un sintoma social es también una mirada educativa lo que quizás haría falta . Entonces vemos en la caída de la palabra como instrumento esencial de las relaciones humanas a uno de los déficits esenciales del momento. Somos seres de palabra. Dar  la palabra, escuchar la palabra del otro, tener palabra son ejes claves de la humanización de la convivencia. De lo contrario surge la barbarie. La prepotencia. Vìas de la violencia que van desde la mínima denigración hasta el grito, el golpe o el exterminio final del otro. Asì viven muchos hoy. Caìda de la escuela, la familia y la cultura en general como transmisores de esa Ley básica que es la de la palabra. Palabra-Ley y reconocimiento del Otro van unidos. Cuando todo esto cae aparecen vìas sustitutivas violentas. En este contexto de imposición desde la omnipotencia de mis criterios y apetitos las drogas reinan. Las drogas son el plus de omnipotencia que necesitamos para ejercitar esa violencia originaria que parece ser  la “ceguera de la existencia del otro” .

DEVALUACION DE LA PALABRA

En este contexto de devaluación de la palabra y por ende de desprecio de la realidad se habla ligeramente de las drogas . La legalización buscada por ciertos grupos ideológicos ignora realidades hoy fundamentales; el cerebro y su dinamismo. Tenemos hoy en nuestros consultorios jóvenes-viejos con un grado importante de envejecimiento cerebral precoz.

El cerebro queda afectado por las drogas. En primer lugar el llamado sistema de recompensa cerebral que es donde está la sede de los dinamismos sexuales, de los impulsos, la comida, el control y la sensación de placer y fundamentalmente de las motivaciones. Las drogas “secuestran “ las motivaciones . La única apetencia es consumir sustancias y màxime cuando se ha comenzado desde pequeño. La alteración de este sistema biológico que tiene una red química muy compleja libera conductas de exceso a la comida (por esto muchos adictos se transforman luego en bulímicos-anoréxicos), al sexo (adictos al sexo)  y aumenta la memoria del consumo de drogas permanentemente. Dada esta última situación los pacientes recuerdan en forma pertinaz el uso de drogas y el llamado “craving” (anhelo irresistible de sustancias) los puede llevar a una recaída. Nuestro cerebro se maneja con 2 energías: la termodinámica (química y eléctrica) y comunicacional (relatos, vivencias, emocional, afectiva. etc.).

Tenemos tres cerebros en uno en solo 2 ks. de peso ; el primero es el que nos asemeja a los reptiles  siendo de respuestas mecánicas y que no aprende de la experiencia; el segundo cerebro nos acerca a los mamíferos y ya puede aprender de la experiencia y el tercer cerebro tiene una gran asociatividad, una enorme capacidad imaginativa y es el representante de lo propiamente humano: la palabra, la cultura, la postergación, la planificación, el proyecto. Llegar a tener un cerebro humano, superar al mono es un acto también de amor y de cuidado.

CULTURA DEL CUIDADO

El no drogarnos es uno de los cuidados. Las drogas dañan precisamente el lóbulo frontal que es el comando central del tercer cerebro que  es el regulador de la experiencia y en lo moral es la sede-asiento del altruismo, la compasión ante la víctima. De ahí que por ejemplo muchas drogas especialmente las estimulantes como la cocaína generan una frialdad moral y un sadismo con la víctima debido a la suspensión del funcionamiento parcial del lóbulo frontal y su enlace con el circuito límbico, que sería la ruptura entre lo más evolucionado de la racionalidad humana (el cerebro frontal) con los circuitos ligados al afecto (circuito límbico). Queda entonces una persona  que un gran psiquiatra llamado K. Schneider denominó personalidades “desalmadas”.Muchos de los que hoy matan pertenecen a esta descripción ya que drogas suspenden la función frontal del cerebro.

Todo esto implica una activación a través del uso de drogas del desencadenamiento de cascadas bioquímicas con la producción de enzimas  específicas que producen la muerte neuronal (llamada técnicamente apoptosis neuronal) Las zonas elegidas preferentemente son las del lóbulo frontal quedando entonces la persona más expuesta a las llamadas cuatro A: Apatía – Amimia  (inexpresión), – anhedonia (no siente placer si no es con drogas) – adinamia (no tiene energía si no es a través de una sustancia química). A esto debemos sumar los desórdenes impulsivos y la incapacidad de  pensamiento y reflexión.

Caída la palabra, el pensamiento por un efecto químico y humano (ya que el adicto a drogas se liga a grupos homogéneos a él y parecidos a su estructura mental) queda expuesto a la imagen, por algo Freud decía que la representación de la palabra era posterior a la representación de la cosa (la imagen). Entonces a lo máximo que llega esta nueva personalidad postmoderna es a diseñar una individualidad narcisista buscando ser la imagen prestigiada del otro. ¿Dónde quedó el ser humano pensante? Sólo está apto para el “espectáculo”  en su dimensión de actor en donde el verdadero personaje (sus conflictos, sus historias) está cada vez mas alejado de él mismo. Acà la violencia reina Su si-mismo mas profundo está alejado de ese ser que es pura imagen pero vacía. Por eso hoy, creo, las drogas son el instrumento de la alienación y la explotación contemporánea. Un control social tiránico pero paradòjicamente prestigiado.

 

Dr. Juan Alberto Yaría

Director del Instituto de ESTUDIOS SUPERIORES EN ADICCIONES Y DESVALIMIENTO SOCIAL