“…la vida en sí misma es posibilidad siempre de naufragio (carencia de sostén y apoyo); el “salvavidas” es la cultura” Ortega y Gasset –Goethe desde adentro

Un paciente (Jorge) a quien traté hace muchos años vuelve a saludarme para las fiestas. Próspero empresario agropecuario me cuenta de su felicidad de poder reencontrarse con la paternidad en el cuidado de sus hijos y sostener un próspero negocio agropecuario. Su vida varió. Me comenta con alegría que en realidad todas las mañanas se agradece y festeja la posibilidad de vivir sin el “plato lleno de cocaína” en su mesa de luz. Dependiente durante 20 años a todo tipo de drogas, luego de una infancia transitada por el desamparo fruto de conflictos violentos dentro de la familia; la calle, las plazas y los prostíbulos fueron su refugio.

Sus últimos dos años antes de conocerme fueron vivir con un plato siempre lleno de cocaína en la mesa de luz. Era un tranquilizante y así, y solamente así, se podía dormir. Luego mesas de juego, “yirar sin destino”, relaciones sexuales circunstanciales en prostíbulos; era, de esta forma, su carrera adictiva. Dos hijas fruto de dos relaciones más estables eran una consecuencia de la cuales no había logrado tomar plena conciencia acerca de su verdadera significación. Solo un pago mensual dado por su padre (del cual dependía plenamente) era la señal de una paternidad a la cual temía. La cama era su refugio permanente.

Su ligazón con la posibilidad de vivir siempre “puesto” (término del argot adictivo) era la conexión diaria con tres “dealers” que por “delivery” le entregaban las dosis necesarias y que le permitían mantener siempre el “plato” lleno. Su vida era un “infierno” en la tierra.

DEVASTAMIENTO DE LA PERSONALIDAD

Uno de nuestros psiquiatras lo describió como un “ser devastado” (el “naufragio” vital que describe el filósofo Ortega y Gasset). Devastamiento moral, psíquico (su autoestima era muy baja), físico (daños en todos los sistemas orgánicos y ya sin tabique y con un paladar lesionado que le impedía hablar correctamente) y psiquiátrico. Cuando intentaba hablar solo se escuchaban sonidos guturales. Comenzamos por ahí; un paladar postizo ayudó y elevó su autoestima. El médico especialista en nariz, garganta y oído junto con el dentista fueron nuestros aliados.

Aquí Ortega y Gasset nos ayuda y mucho. Se aferró al “salvavidas” de la comunidad terapéutica
que es nada más ni nada menos que la posibilidad de hablar de sus dolores. Ejercitar el derecho a la palabra que es lo que el consumo de drogas decretaba como nulo e imposible. Hablar en lugar de consumir. Todo esto junto a un cambio de hábitos de vida y de relaciones ligadas a conductas suicidas. Fue ordenando su vida. Le llevó más de un año recopilar con la ayuda de sus familiares toda esta historia de desencuentros y devastamiento. Empiezan a aparecer deseos de ser padre, la familia, proyectos laborales. L a potencia de ser…ser humano va eliminando a la nada de ser en donde se vislumbraba su progresiva desaparición.

LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD

Compulsión, ideas obsesivas de consumo y por último egocentrismo (no escuchaba a nadie) parecen ser las tres características más importantes de estas patologías de hoy. Jorge es feliz porque ha encontrado la experiencia de la libertad y han desaparecido sus impulsiones. El “plato” ya no es necesario en su mesita de luz y ese parecía ser el verdadero festejo navideño: su renacimiento como sujeto.

Acá vale recordar a E.Fromm en “El miedo a la libertad”: “…nos hemos transformado en autómatas que viven bajo la ilusión de ser hombres libres” .El “plato” necesario y siempre lleno de todos los días era la señal de un automatismo pleno. Automatismo y libertad no van de la mano. Jorge es feliz porque superó las barreras del automatismo y tiene ahora libertad de opción y de decisión.

En la cultura (cultivo de la palabra y la escucha) se reencontró con la vida; fue su “salvavidas”.

Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.