VIOLENCIA (2)

«El violento es el portavoz de todo un grupo».

E. Pichón Riviere.

Desde una estación en llamas , al término del partido de fin de semana , a la vuelta de una esquina, en el retorno a casa cobrándonos  «peajes» ilegales , en un semáforo una moto con dos ocupantes arrebatando objetos de un coche, etc., etc.; la violencia habla como acto y sus profesionales tienen trabajo asegurado: pungas, culatas, patovicas, dealers, encapuchados. Son los profesionales de la violencia, una nueva actividad rentada y en donde la Ley la marca el Patrón del territorio.

La violencia no es  la agresión. La agresión nos acerca con los animales en la lucha universal por la sobrevivencia mientras que la violencia es la erotización del daño. Hay un goce en la violencia que implica por este medio la reiteración del acto. Así se llega a transformar en adictiva. Surge la compulsión del retorno del goce de la aniquilación del otro. El violento busca la aniquilación del rival desde la paranoia y el resentimiento. El animal en su agresividad defiende al territorio y a la cría. El hombre ama el daño ejercitando la aniquilación como sistema compulsivo. Esto también se contagia. Es también una «virosis» que por mimesis inunda todo el cuerpo social. El anonimato de la masa o de la «capucha» asegura un goce aún mayor.

¿Nos estamos transformando en una sociedad violenta?.Hay datos relevantes que nos hablan de que la forma de solucionar los conflictos es sólo a través de la fuerza del «prepo».Se acaba el dialogo como negociación de dos con un tercero que preside esa relación dual y que en términos humanos opera como código o ley social. Hay solo Uno que se impone a fuerza de machete, golpe, arma o grito su dominio. Es el dominio de lo Uno sobre lo plural. Ya la violencia es una creencia, ya que no se duda que es la única forma de solucionar los problemas. Así el delirio de esta creencia se entroniza como verdadera realidad. Lo loco suplanta a la cordura. Lo insensato ocupa el lugar del dialogo.

Y cada vez hay más profesionales de la violencia que no pagan jubilación pero que ganan mucho bajo variados Patrones. La ley cambia de lugar.

No es algo político que depende de una época pre-eleccionaria. No es solamente porque en la gestión cotidiana nos frustramos. Es una cultura dominante. Es la creencia de que solo así se triunfa .Nominando como en el Gran Hermano , o sea apuntando a alguien para eliminarlo. La violencia se ha transformado en un Ideal prestigiado que va desde el golpe artero hasta la descalificación más humillante en donde la devaluación del otro ocupa horas y horas de programas televisivos riéndose unos de otros.

Hoy la violencia en la Argentina parece ser un modo de vida. Es la cultura predominante que anuncia la masiva cesación del dialogo que llena consultorios y que nos muestra en el consultorio de la realidad cotidiana la multitud de golpeados .Violentos con otros y violentos consigo mismos. El que es violento también se daña. El cuerpo y la mente nos pasa factura. Hegel nos enseñaba en la Dialéctica del Amo y el Esclavo:»..si tu me matas , tu te suicidas».No hay vida humana si no es con el reconocimiento del otro, parecería que nos quiso decir el gran filosofo. Reconocerlo que es dejarlo con vida y que pueda vivir.

Si la violencia tiene éxito se imita. Se repite el acto. Entonces aprendemos a ser violentos. Desde el hijo que observa a un padre golpeador , hasta un «barra» que impone una acción o desde un dirigente de cualquier institución que camina sostenido por un conjunto de «patovicas» que le aseguran ,. así una existencia precaria. Nunca más precaria que cuando se sostiene con la violencia.

Violencia como cultura dominante en donde los que apelan al dialogo son ya, una subcultura marginal. Violencia que se imita y se aprende. Violencia como estilo de vida. Seguiremos hablando de esto, especialmente del anonimato de este acto y la sumisión a un patrón social que funciona como la Única forma de resolver los problemas.