Nuevos Suicidios II.

“En las sociedades que tienden a  desorganizarse hay siempre que confiar en las  capacidades de auto-organización social”

Edgard Morin-pensador francés

La  Organización Mundial de la Salud (OMS) nos habla que la carga global de la  enfermedad en la sociedad ha aumentado y esta carga global implica un costo  económico y afectivo enorme para los Estados y las familias: más discapacitados  y especialmente por causas mentales; abandonos, alcohol, drogas y/o enfermedades  vinculadas al consumo de sustancias, etc. De cada 10 discapacitados 5 son por  causas psiquiátricas y tóxicas. Se pasa rápidamente de una discapacidad física  a una social. No necesitan sillas de ruedas, escuchan, ven. La parálisis motriz  no es el problema, ni la ceguera o la sordera; es la parálisis afectiva, el no  ver realidades ni poder escuchar ciertos sentidos y senderos que marca la vida  y la realidad. Son “muertos vivos” que necesitarán depender de por vida de una  institución estatal, privada o que vivirán en la calle si la sociedad no es lo  suficientemente protectora y cálida. La OMS en su encuesta de 2005 nos muestra  cuales son los factores protectores y resilientes (que permiten a la gente  superar las adversidades): las familias, los amigos, el clima escolar, el no  uso de drogas y alcohol, el deporte, etc. La vida social sin embargo toma otros  caminos; éste parece ser uno de los dramas de la post modernidad la distancia  entre lo que el ser humano necesita para crecer sano y lo que la cultura prestigia,  avala y promueve. En Londres un grupo de maestros, redes de padres, escritores  infantiles, psicólogos y académicos de la educación retratan el modo  “antihumano” en el cual viven nuestros hijos sometidos a la comida chatarra, al  marketing de la sexualidad desde pequeños, a los juegos electrónicos que los  apresan en redes virtuales, la obsesión por la compra de objetos y las drogas y  alcohol desde edades infantiles.

Todo  esto está unido a la precocidad de las relaciones sexuales promovidas por distintas  vías entre ellas la perdida del vinculo cálido de tipo familiar que implica  orientación y control y por otro la incidencia de la cultura electrónica- mediática  en la estimulación de conductas de riesgo incluida una sexualidad precoz que no  vaya de la mano de una maduración de la afectividad. Entonces se apela al  alcohol y a las drogas como un estimulante para una actividad que en el fondo  se teme pero que el joven- niño se siente compelido a hacer por el prestigio impuesto  desde lo social-mediático.

El  estudio londinense que se titula. “el asesinato de la infancia” habla del  cocktail siniestro de inmadurez psicológica y neurológica con comida chatarra,  juegos en donde el otro es una pantalla y no un ser humano, chicos sin familia  y con drogas para enfrentar sus miedos. Entonces tenemos que en Inglaterra con  la pastilla del “día después” ya instalada como costumbre y con el aborto como  algo común este país tiene el índice más alto de madres adolescentes en el  mundo occidental: uno de cada diez nacidos son hijos de una madre de menos de  16 años (solteras) y sin ninguna certidumbre de padre y si lo existiera de  reconocimiento del hijo.

¿Se  puede educar sin dialogo generacional? ¿Es solo un mundo de objetos virtuales  el entorno de un niño?, ¿la sexualidad es solo un ejercicio biológico más allá  de una maduración afectiva?, ¿el tiempo de esta sociedad es el instantáneo de  la Internet o es el tiempo de lo humano que es más lento, dialogal,  controversial? ¿el espacio es solo un conjunto de maquinas, de píldoras y  alcoholes o es un espacio humano? Crecemos en desvalimiento. Este quizás es el  germen de los nuevos suicidios. Muertos vivos que caminan por las calles buscando  un seguro social con sus hijos a cuestas o tratando de vengarse por lo que la  sociedad inicial (padres) no le brindó (el delito de una salida posible a  esto). ¿Reacciona la sociedad? En Londres parece que sí. En América Latina hay  atisbos de que esto se da. Hay una red continental de padres que trata de  hacernos pensar este suicidio en el cual vivimos. En la Argentina (Proyecto  Padres, Madres del Paco, Padres en la Ruta; Padres de La Pampa; etc). En  Colombia tuve la oportunidad de conocer a la red PaPaz (condensación de paz y  padres) cuyo documento marco dice: “Colombia ha sido por muchos años un país  sin “sociedad civil” ante el crecimiento del narcotráfico y la guerrilla pero  en el medio de este marco existe un grupo social el de los padres de familia  que es un colectivo que luchará por la calidad de  vida”. Lograron que se hiciera un pacto por  la calidad de vida juvenil con los medios de comunicación (incluso presionando  a los anunciadores que sostenían programas que avalaban las conductas  anti-saludables). En pocas semanas vendrán a Buenos Aires a un encuentro de  rede de padres, que realizaremos en la Universidad del Salvador. En la  post-modernidad en donde la etica del mercado predomina, es en la sociedad  civil donde parecen empezar a notarse respuestas por una sociedad más humana.