Padres Adolescentes (I).
“Los adolescentes siempre son iguales, cambiamos los adultos…”
J. Barylko. El miedo a los hijos.
A medida que profundizo la patología de los adolescentes de hoy agotados por la violencia y el consumo de drogas y/o alcohol más me sorprende el grado de inermidad en el que se encuentran. Parecería que buscan un límite que se ha mostrado inexistente en el ámbito inicial de la crianza que es la familia. Hoy el desborde en la salida del boliche bajo la marca de una golpiza, el tomar hasta el ras ya a los quince años, las “giras” que comienzan el viernes a las dos de la mañana y que culminan el domingo al mediodía son una señal no escuchada. ¿Dónde estamos los adultos? Sin adultos no hay adolescentes nos enseñaba el gran analista R. Erickson. Mas tarde nos decía: “Sin confrontación del adolescente con el adulto no hay crecimiento sano”. No hay confrontación porque el lugar adulto quedó como un hueco. Se busca entonces en la dura realidad un limite; hoy ese limite esta en un paredón o una columna luego de un accidente, en una banda superior en fuerza que deja tendido a alguien, en un coche policial que recuerda la escenografía decadente que nos muestra el brillante programa “Policías en acción”. La sala de guardia del hospital atestado los fines de semana son los retratos fieles del Saigón actual en donde la fiesta es una desmesura donde el exceso llega casi a estados comatosos. Fiesta o búsqueda del Límite final que es la muerte. Un grande del psicoanálisis llamado J. Lacan decía: “La ley habla a través del padre, de una palabra de mujer o desde la muerte misma (cuando lo otro no es escuchado). La “parca” está siempre ahí cuando no escuchamos o no nos hablan. Cae el mundo adulto pero no de ese señor bigotudo que da o no da la llave como en la década del 60, cae un orden de palabras, orientaciones, confrontaciones, negociaciones, encuentros desencuentros, consensos. El adolescente parece vivir solo. El adolescente parece crecer solo. Los padres se quedaron en el vestuario y es un juego sin árbitros en donde en donde el arbitrio como capricho narcisitico es ley. El maestro de psicoanálisis argentino G. Macci dice: “ante la caída del orden simbólico familiar aparecen dobles protectores”. No hay acompañamiento simbólico en el desarrollo y esto parecería quedar suplantado por distintos padrinos que están en la esquina, en los “transas”, en los pato vicas o en el relacionista publico del boliche prestigiado. Esos dobles protectores más que abrirnos caminos nos introducen en un túnel. Luego esto se traslada a otros ámbitos, colegios tomados en donde vemos la soledad de un director tocando timbre para ver si puede entrar y también padres que se alían y aplauden la descompensación social.¿Donde quedó el mundo adulto? Somos todos adolescentes. Hay tres funciones de la vida familiar: a- nutrir de amor, palabras, orientaciones; b- darle al niño la praxis de un mundo organizado: limites, fronteras entre generaciones; educación de la voluntad y hábitos de vida y fundamentalmente que no hay ningún orden social sin jerarquías basadas no en “jinetas” sino en la transmisión de experiencias y c- trasmitirle valores, instrumentos y técnicas para el “saber vivir”. La familia es nutritiva ordenadora del mundo y transmisora de ideales y valores. Pero para que esto se dé tiene que haber adultos. Hoy en muchos lugares parece haber solo adolescentes que un lugar de adultos y que transmiten el vacío. H. Giddens, el gran sociólogo y filosofo ingles nos enseño: “cuando cae la tradición aparece la adicción (y todos los comportamientos violentos). Tradición que es etimológicamente hablando transmisión de notas de vida ¿pero hay adultos que transmiten?