TÚNELES (3)
«…personalidad no había, la gran enfermedad venía en ella buscamos asilo, pero nos cortamos con su filo…” Paciente en recuperación de adicciones y además poeta juvenil premiado.
En una «sociedad de los poetas muertos» hay que resucitar la poesía y a los poetas, ya que por este lado anda la humanización. Sentí una gran emoción de contraste cuando observé y empecé a escuchar a este joven de 16 años, poeta excelso y ajedrecista también premiado. Quizás la verdad está en apreciar los contrastes, desde ahí comienza una cierta comprensión; comprensión entre aquél que vivía de refugio en refugio, o sea de túnel a túnel consumiendo «paco» y a la vez siendo consumido por esta sustancia y ese otro personaje que plasma con belleza poesías con un lenguaje metafórico y que además es campeón de ajedrez en un distrito municipal. Dos personalidades diferentes entre aquél oscuro de los pasadizos de las «villas» en donde se refugiaba y el estudiante secundario lleno de luz a través del manejo del lenguaje .Disociación mortífera. Dos pedazos estallados, uno que expresa la ruina y el otro la lucidez. El túnel y la salida. La muerte y la creación. Son pacientes que entusiasman y llaman a la vocación de la prevención. En realidad hoy todo saber médico y psicológico necesita ser preventivo. Pensé, por un instante; ¡cuantos jóvenes hay así en la Argentina! Potencialidades que se abortan tempranamente. La prevención hoy es una tarea humanizante. El alerta precoz (ya que eso es la prevención) a través de redes sociales y comunitarias permitirá rescatar «la sociedad de los poetas muertos».O sea de la muerte. Pero indagué, con muchos, un túnel hoy prestigiado. La «villa» como un territorio elegido para comprar sustancias y para morar en ella durante una gira que puede durar varios días. No es sólo un problema de clase social. Van ahí de todas las clases sociales. La villa como búsqueda de un túnel: compra y morada. El «dealer» ahí reina pero también impone su ley. Ahí no entra ningún representante de la Ley. Hay otra ley. Territorio protegido de ese mundo adulto que no se entiende y que estuvo ausente o que poco le transmitió. La ley que allí adentro reina es muy dura, diríamos pretoriana con «culatas» por doquier, grupos de choque, presión, alarmas que anuncian redadas, códigos de servidumbre. Pero paradójicamente ahí buscan muchos jóvenes hoy un refugio. Son los nuevos «fumaderos de opio». No los europeos que nos contaban los grandes escritores sino que parecen ser más como los lugares descriptos por el Dante en la Divina Comedia en donde a la entrada a los Infiernos se le decía a todo ingresante: «dejad fuera toda esperanza». Los pasadizos de las villas muestran en su oscuridad la lejanía y la proximidad a la vez de toda persecución tanto interior como exterior. Estos jóvenes que hoy son muchos encuentran en esta oscuridad paradójicamente una cierta paz. La paz para morirse sin que nadie los asedie. La paz de los cementerios. En la villa no se compra solo la droga, es un «campo santo» elegido. El problema es, como nos dice el poeta juvenil y a la vez consumidor de paco, que «personalidad no había» y así «la gran enfermedad venía». ¿Como se construye la Identidad de los jóvenes? La identidad es una larga conversación durante años con los adultos y la cultura a través de todos sus mediadores (padres, maestros, modelos sociales, valores, etc.).Cuando no podemos constituir nuestra subjetividad o sea nuestra identidad buscamos una identidad en negativo. Desde lo marginal. Encontramos en muchas historias de estos jóvenes ausencias significativas de personajes centrales familiares, modelos de éxito y prestigio basado en marcas y determinadas pautas de consumo. Evidentemente esto no genera contenido. Donde no hay contenido no hay proyecto o sea no hay sentido.
Como dice el poeta juvenil que ya está viendo una cierta luz con su recuperación:»…ahora depende de nosotros tomar o no ese tren…”.