TÚNELES( 6)

«Si queréis comprender el mundo palpen la pared en una habitación a oscuras..» M. Horkheimer

O sea , el autor nos enseña que hay que aprender desde los límites. A veces no vemos los límites. Nuestra visión de la realidad por momentos es «ciega».No vemos lo evidente, quizás porque no tenemos conciencia de lo que existe. Miles de personas viven en túneles , refugios en donde la nada habla de seres vacíos y que se sienten nadie. Estos «no lugares» pueden ser casas del «paco» como nuevos fumaderos de opio ya no en la Europa del siglo XIX sino en las urbes de hoy, también el casino o el bingo barrial que puede ser otro túnel elegido en donde la magia convoca diariamente al ama de casa antes de la compra matinal o a cualquiera que «montado» en un sueño quiera multiplicar sus ganancias , angustias y autocastigos. Formar parte de «tribus urbanas» es también una de las nuevas formaciones sociales. Hoy, nos referiremos a las «barras bravas», profesión buscada en los paraísos del vacío de identidad de miles en los barrios.
¿Que vemos en la consulta de pacientes que pasan por estas organizaciones?
Hay dos tipos de agrupamientos: a) los gerenciadores o los que aspiran a serlo de estas «barras» y su sequito de consulta, asesores y contactos y b) la mano de obra fanatizada que pertenece a sectores «invisibles» y  excluídos(sociales, afectivos, familiares) compuestos habitualmente por adolescentes con crisis de tutelas y orientaciones sociales y familiares.
El sector gerenciador de las barras habitualmente tiene dos tipos de liderazgo. Uno está compuesto por «delincuentes de cuello blanco»; personalidades disociadas que pueden llevar dos vidas que no son para ellos  contradictorias. Nos encontramos así con abogados, médicos, contadores, etc.; o sea profesionales universitarios que mutan su vida los fines de semana pero siempre con claros fines antisociales matizados por la venganza y la violencia.
El otro sector gerenciador son lideres que han llegado a esa posición a través del ejercicio del poder en su versión mortífera para así llegar a situaciones de mando. Ahí «la culata» es fundamental, así como la «amenaza» en el momento justo a las tropas de ocupación a los fines de disciplinarlos para alistarlos  frente a los enemigos que son los «otros»(clubes rivales, grupos  determinados, etc.).
Los dos tipos de gerentes tienen una red de contactos internos (de cada club) como externos (lideres locales,»dealers») que les aseguran un combustible económico y químico que permitan saciar la sed de venganza como también la necesidad de sentirse vivos (que para ellos es sentirse «duros» con sustancias). También a esto último lo llaman sentirse «puestos»;así funcionan los premios para los súbditos.
Luego en un segundo plano está la mano de obra fanatizada que son jóvenes con escasa escolarización , precarizados laborales, sin seguridad social y con falta de información y formación sobre calidad de vida (alimentación deficiente y pobre en vitaminas y proteínas y alta en grasas, así como uso de tóxicos en forma cotidiana como alcohol y drogas); y básicamente desfamiliarizados y con escasa contención y lazos sociales. Son la masa de los llamados por hoy «jóvenes invisibles» como reflejo de la crisis de identidad  y de pertenencia a sectores culturales que los puedan humanizar en su desarrollo. Acá fallan todos los factores humanizantes; o sea todos los hechos educativos múltiples (familia, escuela, circuitos culturales, etc.) que nos convierten en seres de convivencia. Es que encontramos una creciente disociación entre las instituciones y los espacios juveniles. Para estos «jóvenes invisibles» hay solo pocos territorios claves: la ocupación de la calle, el club, la esquina y sólo pocos emblemas a defender y uno de ellos es el «manto sagrado» que los identifica: la bandera del club que funciona como grito de guerra o como prenda de armisticio.
La «barra brava» es un túnel hoy muy prestigiado en nuestra sociedad.