No es Gratis… (II)

«..hay un arte de la esperanza terrena , para conseguir la felicidad    humana se requiere un cultivo de las capacidades y dotes    naturales…»

Montaigne.

No son tiempos de Montaigne. La felicidad hoy se vende en » potes».Lo    natural ,¿que es?, en una sociedad de marcas y fundamentalmente química. Sólo    hechos de impacto mediático en «personajes gloriosos» pueden ,    quizás, hacernos pensar en la alienación de nosotros mismos que hoy nos    constituye. Vidas truncadas en donde la persona se resume en un hígado ya    duro como una madera (cirrótico) o en un riñón que ya no excreta impurezas    o en un páncreas que ya habla como pancreatitis. El hombre que ayudamos a    crear queda subsumido en un hígado, un riñón o un páncreas. La fragmentación,    primero social, luego personal queda luego transformada en un islote de    órganos que hablan por sí mismo desde un cuerpo ya envejecido precozmente.

Drogarse está publicitado como un índice de prestigio para una gran    población adolescente. El prestigio funciona como un imperativo de lo que    debemos hacer. Abuso de alcohol y consumo de sustancias forman parte de los    rituales del adolescente. Para crecer necesito pasar por esta prueba. Para    divertirse hay que tomar. Para estar con otros es necesario hacerlo. La    transición adolescente pasa hoy por la química con múltiples cajeros ,    legales y/o ilegales que van rentando y lucrando con esta imposición    social. El aliado circunstancial es nuestro Ego que por un momento alivia    cualquier inhibición o fobia; pero mientras tanto vamos siendo sobornados y    el rentista cobra no solo en pesos sino en neuronas, células hepáticas,    ideas ya torpes, lucidez. Se hipoteca nuestra libertad que servirá para    variados dueños.
Todo esto anuncia una crisis de la cultura del dialogo, de lo humano frente    al poder de los grandes prestamistas-usureros de nuestras neurosis    adolescentes cotidianas. Los vínculos y la palabra quedan afuera en la    post-modernidad tecnológica. hoy  la química ocupa el lugar de la    palabra. La alienación dice gracias. Nuestro sí mismo más profundo es una    escritura celosamente guardada en la caja fuerte de un usurero.
Progresivamente el , ya , paciente necesita recurrir a otros ante la    flaqueza de la respuesta química. Cede el crecimiento personal, la escuela    se abandona o queda a un costado en función de esa otra escuela que en    lugar de socializar de-socializa: la calle y el ciber que no es biblioteca    ni fragua deportiva. A mayor daño no sentido (ahí está la alienación en    funcionamiento) mayor es la necesidad de pertenencia a grupos adictivos. Es,    precisamente paradojal  que cuanto más deteriorado empiezo a estar más    el imperio de lo inauténtico se impone. Mi verdadero yo está en un anaquel    y mi «careta» o falso self se ejercita en una esquina de    «transas», una disco y si es VIP mejor ya que ahí está el ideal    prestigiado, en una cancha de futbol o en una trifulca; todo eso me hará    creer que soy.
Después empiezo a tener complicaciones legales , accidentes varios,    violencia callejera. Me hago «joven crónico» que visita    compulsivamente comisarías, suplico ante abogados. Dolores abdominales,    síntomas ulcerosos , una blenorragia o una sífilis cuando no el HIV me    transforman , también, en un suplicante avergonzado de las guardias    superpobladas de los hospitales públicos. Me voy deteriorando. Es la    degradación de lo humano lo que se anuncia. Y a quedan marcas en mi cuerpo    que son los verdaderos tatuajes del trauma de ir alejándome de mí    mismo. Tengo un hijo ¿pero que hago con él?.Puedo tenerlo pero no    contenerlo ni asumirlo. Inauguro así el linaje de la tristeza    generacional. El futuro empieza a ser crucifixión sin resurrección. Ojala    los daños que se observan en «personajes gloriosos» puedan servir    para mensurar los riesgos de la iniciación temprana en el uso de drogas y    en el abuso de alcohol.