CATÁSTROFE JUVENIL

“.. DEBEMOS DESARROLLAR LA IMPORTANCIA DE IDENTIFICAR Y DESARROLLAR FORTALEZAS COMUNITARIAS , INDIVIDUALES Y FAMILIARES EN LUGAR DE VER4 SOLO LAS DEBILIDADES”

Judith Landau – USA- La resiliencia comunitaria

El maestro de analistas G. Maci define al adicto a hoy como un “nadie”. O sea herido está en su identidad  más profunda,  es nadie y así como “nadie” empieza a ser de algunos . Nunca será alguien salvo si realiza un tratamiento o se encuentra en la vida con padres sustitutos que lo ayuden a cambiar. De lo contrario solo tendrá patrones, dueños en donde la droga se adueñará de su extravío . Pero ésta encubre otros males sociales; tendrá “amos” concretos como, por ejemplo,  poderes barriales. Será un “multiuso”. Su dependencia a las sustancias químicas le asegurará al propietario una fidelidad. Perdió lo principal que es su sí mismo , él ya pertenece a Otro. Las drogas muestran su faz de esclavitud máxima  y se  transforma el comercio de sustancias y el consumo masivo en un instrumento de control social de las poblaciones. Los “nadies” crecen en un suelo propicio . Judith Landau (USA) en estudios realizados en zonas críticas de distintas partes del mundo, Kosovo, Vietman y en Búfalo (USA) habla de las comunidades en situación de catástrofe. La experta americana describe a estos grupos sociales  como la resultante de guerra, terrorismo, desastres naturales, opresión , inestabilidad política , pobreza crítica y abuso extendido  de drogas con un comercio también extendido de estupefacientes. Este resulta ser el germen de una multitud de enfermedades mentales , trastornos antisociales y Drogadependencia. Crecen aquí la desesperanza y las depresiones. No se ve horizonte. De ahí ella deriva un método social y médico de trabajo en estas zonas de alto riesgo social  .

¿ Tenemos comunidades en estado de catástrofe nosotros? . Por declaraciones publicadas en un matutino platense el Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires podemos decir que sí. Con valentía expresó (si no hay conocimientos de realidades críticas no existen posibilidades de cambio) : “ a través de una encuesta realizada desde hace dos años en distritos norte, oeste y sur del Gran Buenos Aires entre  edades de 15 a 24 años se comprobó que para ellos el esfuerzo no sirve para nada ; … el 35 % de los jóvenes encuestados creen que en futuro cercano estarán muertos; sus antecesores no tuvieron éxito en la vida (padres y abuelos) ; no creen en el Estado ni en las Instituciones; el consumo de drogas es algo natural en sus grupos ; los lideres naturales son el muchacho de la esquina , el director técnico del club , la manzanera y la maestra “ . Por último nos dice que”el 26 % vive bajo la línea de pobreza “  .

Precisamente la desesperanza es el caldo de cultivo de las drogas. En estas comunidades en situación de catástrofe está la “clientela “ (si hablamos de personas que son apropiadas) para el consumo masivo de sustancias y para tareas de tráfico menores “puerta a puerta” integrando los escalones menores de la organización como si “fueran un material descartable”, que en su momento caerán por el deterioro a que llevan las drogas o bajo las instancias judiciales penales. Integrarán el continente masivo d e jóvenes crónicos que son población de comisarías, oficinas judiciales, prisiones, clínicas psiquiatricas  o que vagan por las calles en busca de una dosis.  Sujetos sin destino cierto. Ortega y Gasset nos enseñaba : “un hombre que se que queda sin misión vive en el caos de la pura circunstancia”. En el decir de Octavio Paz es “un hombre a la intemperie”.

Pero hay salida , y es  recrear ciudades “vivibles” que llamo en mis trabajos “ciudades preventivas”. Ellos mismos, los jóvenes encuestados,  nos enseñan por donde va la salida: los lideres barriales. Capacitarlos , ayudarlos a ellos a ser transmisores de salud y de esperanza. O sea empezar por aprovechar de entrada los recursos comunitarios tangibles. La asistencia social  y la policía también deben actuar ; unos desde la satisfacción de las necesidades básicas y los otros para mostrar que la fuerza de la Ley es superior a la de los poderes barriales delictivos aunque sean el eslabón de otros .

La pérdida de la esperanza es la matriz del acto antisocial . Eso lo mostró claramente Winnicott (pediatra y analista inglés) estudiando la deprivación afectiva y social ligada al delito juvenil. Pero podemos salir, la crisis de drogas y la magnitud de la epidemia nos hace creer que no podemos. Lo mismo siente el adicto. El se siente impotente para dejar las sustancias. Le mostraremos que el poder está en él.