CIUDADES FANTASMAS
«la barbarie hoy está en las urbes» E. Morin .Pensador contemporáneo
Toda América Latina se debate en un problema creciente de consumo epidémico de drogas y alcohol. Recientemente Uruguay, país habitualmente lateral en relación a este problema, está sufriendo al «paco» con la misma incidencia que en los grandes centros urbanos de Buenos Aires y el interior. Otro ejemplo de cambio que se va instalando en nuestras comunidades es en la vida escolar. Recientemente realizamos una encuesta a través de la Universidad del Salvador en circuitos escolares urbanos y suburbanos y los docentes nos hablaban de un antes de la vida escolar y de un hoy. En el antes los problemas pasaban (hace pocos años) por la contracción al estudio, el control del recreo, las faltas (las llamadas «ratas»); hoy todo ha cambiado y el docente y la institución escolar se enfrentan ante nuevas realidades: la existencia probable de armas, uso de drogas y alcohol (especialmente en turnos nocturnos) dentro de la escuela, robos, violaciones, intentos de suicidio, embarazo precoz y lidiar con las consecuencias de los trastornos de alimentación (anorexia y bulimia).
Participé con un conjunto de técnicos de América Latina para un organismo internacional de un trabajo diagnóstico cualitativo sobre el problema juvenil y los probables accesos a una toma de conciencia para empezar a desarrollar una resolución.
En Latinoamérica vivimos en una sociedad de riesgo que puede evolucionar hacia una sociedad protectora y preventiva o hacia una sociedad peligrosa. Del riesgo al peligro o del riesgo hacia una protección de la salud. Programas masivos de educación, seguridad y de prevención social por un lado o «quietismo» que nos empantane en las llamadas sociedades peligrosas.
Esta sociedad en riesgo latinoamericana tiene ciertos indicadores problemáticos :a) crisis demográfica(el 50% son adolescentes) con un «baby boom» adolescente sin certezas ciertas de inclusión social; b)Desfamiliarizacion y/o desintegración de las organizaciones familiares con pérdida de vínculos afectivos, de referentes simbólicos y de protección necesarios para un desarrollo sano(el padre ausente y el abandono familiar son hoy moneda corriente, siendo quizás el dolor más grande de la sociedad infantil y adolescente); c)desescolarización con índices altos de fracaso y repitencia escolar siendo estos problemas de aprendizaje incentivados por los abandonos afectivos(hoy está comprobado que un abandono materno en los primeros tres años de vida interviene negativamente en el desarrollo del cerebro del niño);d) emergencia masiva de jóvenes invisibles sin ningún tipo de inscripción e identificación social teniendo éstos como única referencia la calle , surgiendo así las bandas urbanas, pandillas, tribus y/o «maras»;e) el crecimiento en todos los grandes centros urbanos de «ciudades fantasmas» que funcionan de distinta manera de día o de noche con redes de dealers y de distribución de drogas que además se convierten en fuente de ingresos para los habitantes de esas barriadas con lo cual se transforman en casi inexpugnables por las lealtades y complicidades que se dan; f) el triunfo de la aceptación social y de la tolerancia al uso de drogas y alcohol que alimenta exponencialmente a la propia economía del narcotráfico y le brinda una «solución» patológica y más enfermante al sufrimiento, a la angustia y al desvalimiento de miles de jóvenes y de muchos adultos confundidos.
Todo esto se da en el marco de una cultura post-moderna que en nuestros territorios tiene dos características marcadas: promoción del hombre como mero consumidor (cultura del marketing) y la decadencia del dialogo, la palabra y lo simbólico para quedar el hombre preso de la cultura virtual, de imágenes y quedando grotescamente como un símil del video-clip (la vida tiene el ritmo del que marca este nuevo escenario imaginario).
Aumenta entonces la enfermedad. Reflotar esto es una tarea que llevará décadas .Todo cambio cultural propuesto implica formar grupos «motores» de líderes y de organizaciones sociales líderes concientes del problema y con una metodología a aplicar. La meta es estructurar ciudades preventivas frente a las actuales» ciudades fantasmas» en ascenso y en donde participen los tres actores del cambio propuesto: el Estado en todas sus instancias institucionales, los técnicos y la comunidad a través de organizaciones claves o sea redes de escuelas, asociaciones de padres, universidades, movimientos juveniles, etc.
El futuro es hoy. El drama de miles de jóvenes es una realidad. Pasar de «ciudades fantasmas» a ciudades preventivas.