CONSUMIDOR – CONSUMIDO (II)

«No bien aprenden a leer, o quizás incluso desde antes, se pone en marcha la adicción a las compras…»

Z. Bauman. Vida de consumo.2007

La sociedad de consumo es una «bendición» en la historia de la humanidad al ampliar democráticamente la posibilidad de poseer objetos. La vida de  y para el consumo es otra cosa. Entonces, la sociedad consumista es una «maldición» para muchos. Desde chicos, como un verdadero adiestramiento, se pone en marcha la adicción a ….las compras.

El hábitat natural de los niños ya no es, solo, el espacio recreativo al aire libre o  el espacio lúdico de los mitos y cuentos infantiles. El centro comercial es el eje de la vida; ahí estará lo que ya desde pequeños se oferta como índice de pertenencia en la pantalla coloreada hecha según los diseños del marketing.

Las drogas y el alcohol forman parte de lo  que se ofrece en el mercado. Unos están en la vidriera, otros se venden por trastienda. Los fabricantes de alcohol apuntan a los niños y púberes.

Hoy son comunes las fiestas «punchi» o fiestas caseras electrónicas. Sin adultos, solo el barman contratado lo es. El pre-boliche es una realidad cotidianizada, los horarios de cierre de boliches no existen; funcionan en un «continuado» en distintos circuitos. Esto iguala a todas las clases sociales. El «pobre es forzado a una situación en la que tiene que gastar más del poco dinero que tiene para no caer en la humillación social..»(R. Beck-2004-Las consecuencias sociales de la cultura consumista – N. York).No hacerlo es perder escala en la escalera social del prestigio. La ciudadanía nueva es el consumismo.

El «modelo» para muchos es B. Spears a pesar de su deterioro creciente y la imposibilidad de sostener la maternidad por, ya, un abuso crónico de drogas y alcohol. ¡¡Pero es famosa!!. Consumir da fama, prestigio. Incluso el deterioro humano entra ya en los «modernos desarmaderos» de la cultura consumista. No se ve, o empezará a desaparecer.

¿Donde están los padres en las fiestas «punchi»?. Es que ellos también son consumistas. Estarán también en otro lado consumiendo. La ausencia es relativa, están presentes en el valor dominante de la cultura actual: el consumismo.

La sociedad consumista iguala a todos. Incluso no hay edades. Todos (si no tomamos conciencia de esta «alineación alienante») somos niños. A todos los iguala una boca pasiva que traga, deglute ansiosamente. Pero da prestigio, y esto es lo válido.

Además, si consumimos nos vendemos mejor. Porque en el consumismo uno mismo es objeto y valor de cambio. Desde la estética del cuerpo que debe imitar eternamente la foto adolescente «amada» con la ayuda de estetas diversos; hasta la posesión de algo que al otro día ya perdió valor, pero rápidamente se buscará otro. Si soy joven me vendo mejor. Soy más «ganador» si tomo piensan los adolescentes. Pero, progresivamente aumenta el descarte, , el horizonte de la pena y la soledad. Muchos B. Spears aparecen. ¿Donde volcar el descarte?. Drogadictos crónicos, solos y solas, achaques de un cuerpo nunca escuchado aunque educados en muchos casos en el gimnasio pero a la vez silenciado en su dolor con los diversos anestesiante alcohólicos; es que la cultura consumista propende al «hombre solo». Está solo en la muchedumbre del boliche, la barra, el estadio, el centro comercial, el Shopping. Luego de la «fiesta» y de los «diversos cortes» en el cuerpo nos quedamos solos. Esa es la verdadera «resaca». Invertimos, durante mucho tiempo, en nosotros como valor de cambio, como una moneda más de las existentes para vender una imagen. Pero, la ciencia nos enseña que la vida es compañía, estar con otros. Si solo nos miramos en el espejo que prestigia la sociedad de la compra-venta nos puede pasar a Narciso que de tanto admirar su imagen se murió. Se lo tragó su Ego. Pero hoy podríamos decir, no importa que venga otro ya facturamos.