Cuidar el Cerebro
“El psiquismo no se arma como un barco en un astillero, sino como una balsa en alta mar”
Los primeros años de Vida – Roberto Frenquelli Neurocientífico de Rosario
Se habla de drogas ligeramente. La legalización buscada por ciertos grupos ideológicos ignora realidades hoy fundamentales; el cerebro y su dinamismo. Tenemos hoy en nuestros consultorios jóvenes-viejos con un grado importante de envejecimiento cerebral precoz.
El cerebro queda afectado por las drogas. En primer lugar el llamado sistema de recompensa cerebral que es donde está la sede de los dinamismos sexuales, de los impulsos, la comida, el control y la sensación de placer. La alteración de este sistema biológico que tiene una red química muy compleja libera conductas de exceso a la comida (por esto muchos adictos se transforman luego en bulímicos-anoréxicos), al sexo (adictos al sexo) y aumenta la memoria del consumo de drogas permanentemente. Dada esta última situación los pacientes recuerdan en forma pertinaz el uso de drogas y el llamado “craving” (anhelo irresistible de sustancias) los puede llevar a una recaída. Nuestro cerebro se maneja con 2 energías: la termodinámica (química y eléctrica) y comunicacional (relatos, vivencias, emocional, afectiva. etc.) Con relación a esto último un chico querido especialmente de los 0 a los 3 años desarrolla su sistema neuroquímico de adaptación al stress y a los desafíos de la vida muy superior al de un chico rechazado y abandonado. Uno será más apto para los requerimientos incesantes de la vida y el otro más hiperactivo, alerta, desconfiado y con respuestas inapropiadas. O sea nuestro cerebro responde al lenguaje, por ejemplo al amor; el amor y/o el odio lo constituyen. También las drogas lo destituyen de su función.
Tenemos tres cerebros en uno; el primero es el que nos asemeja a los reptiles, es de respuestas mecánicas, no aprende de la experiencia; el segundo cerebro nos acerca a los mamíferos y ya puede aprender de la experiencia y el tercer cerebro tiene una gran asociatividad, una enorme capacidad imaginativa y es el representante de lo propiamente humano: la palabra, la cultura, la postergación, la planificación, el proyecto. Llegar a tener un cerebro humano, superar al mono es un acto también de amor y de cuidado.
El no drogarnos es uno de los cuidados. Las drogas dañan precisamente el lóbulo frontal que es el comando central del tercer cerebro que es el regulador de la experiencia y en lo moral es la sede-asiento del altruismo, la compasión ante la víctima. De ahí que por ejemplo muchas drogas especialmente las estimulantes como la cocaína generan una frialdad moral y un sadismo con la víctima debido a la suspensión del funcionamiento parcial del lóbulo frontal y su enlace con el circuito límbico, que sería la ruptura entre lo más evolucionado de la racionalidad humana (el cerebro frontal) con los circuitos ligados al afecto (circuito límbico). Queda entonces una persona que un gran psiquiatra llamado K. Schneider denominó personalidades “desalmadas”.
Todo esto implica una activación a través del uso de drogas del desencadenamiento de cascadas bioquímicas con la producción de enzimas específicas que producen la muerte neuronal (llamada técnicamente apoptosis neuronal) Las zonas elegidas preferentemente son las del lóbulo frontal quedando entonces la persona más expuesta a las llamadas cuatro A: Apatía – Amimia (inexpresión), – anhedonia (no siente placer si no es con drogas) – adinamia (no tiene energía si no es a través de una sustancia química). A esto debemos sumar los desórdenes impulsivos y la incapacidad de pensamiento y reflexión.
Caída la palabra, el pensamiento por un efecto químico y humano (ya que el adicto a drogas se liga a grupos homogéneos a él y parecidos a su estructura mental) queda expuesto a la imagen, por algo Freud decía que la representación de la palabra era posterior a la representación de la cosa (la imagen). Entonces a lo máximo que llega esta nueva personalidad postmoderna es a diseñar una individualidad narcisista buscando ser la imagen prestigiada del otro. ¿Dónde quedó el ser humano pensante? Sólo está apto para el “espectáculo” en su dimensión de actor en donde el verdadero personaje (sus conflictos, sus historias) está cada vez mas alejado de él mismo. Su si-mismo mas profundo está alejado de ese ser que es pura imagen pero vacía. Por eso hoy, creo, las drogas son el instrumento de la alienación y la explotación contemporánea. Un control social tiránico pero prestigiado.