Drogas y Futuro.

“Quien no espera,  desespera”

M. Unamuno.

En este mes de prevención de la  drogadependencia según Naciones Unidas el lema de esta Organización Mundial es  “ la droga no es un juego de niños”. Diríamos que las drogas son quizás la  eterización de la niñez en el sentido más oscuro.: no poder alcanzar la  autonomía para poder construir-constituyendo un futuro. Dependencia para  siempre en muchos casos. No auto-nomia (darse normas) sino hetero-nomía (normas  impuestas desde un  Otro explotador  llámese dealer o grupo tipo horda que impone conductas).
Esta semana tuve dos sensaciones  diferenciadas atendiendo pacientes y grupos juveniles en tareas de formación y  prevención. En estos observe en encuentros altamente afectivos y tiernos, el  temor al futuro. Miedo al porvenir. ¿Qué vendrá?. No hay perspectiva y  prospectiva. Me di cuenta que el adulto está desinstalado en el mundo juvenil.  No se le cree. ¿Se lo encontró alguna vez?. Por eso la técnica con los adolescentes  no es la conferencia sino el circulo de relato de vivencias y de historias de  cada uno hasta que luego de un “calentamiento” que es un “encuentro entre  personas” surgen los temas criticos: ¿Qué seré? ¿Hay horizonte? ; ¿no es la  vida el solo hoy?; ¿en quien confiar?. En el adulto no. Parece casi una lejana  imagen arteriosclerótica y vencida con formulas recetadas propias de otro mundo  que está perimido y ya no existe. Pero además tampoco se puede creer en el  dealer que como vendedor de ilusiones me transmite una posibilidad de alucinar  un mundo distinto al desvitalizado actual pero como un terrorista anuncia una  muerte próxima. Ellos  lo saben. Pero  están encerrados en esta paradoja: adulto esclerosado o dealer terrorista. De  los dos lados surge la muerte y la oclusión del futuro. Un joven de Bariloche  me decía: hay cien lugares en un colectivo y somos 300. No hay lugar o  este  es muy difícil. Además ¿dónde nos  llevará ese colectivo?.
Mientras tanto  veo resonancias magnéticas de cerebro y estudios de circulación cerebral. El  lugar elegido del terrorismo de la droga es un blanco “perfecto”: el lóbulo  frontal; jóvenes de no más de veinticinco años luego de varios años de consumo  tienen dañado el lugar clave de la prospectiva, la capacidad de pensar y de  anticipar el futuro. Dañamos con el misil de última generación la asociatividad  máxima del “homo sapiens”: la droga así logra su objetivo. Empezamos a  descerebrarnos. Empezamos a ser nadie, objeto del otro. Dependeremos de  cualquiera que nos soborne con una dosis.
¿Qué hacemos? En nuestro cerebro efectivizamos nuestro miedo al  futuro. El daño al comando psicobilógico, de la prospectiva y la perspectiva es  la ejecución planificada de la crisis de la esperanza. Se hace carne lo que  antes estaba en la perdida del horizonte. La huida de la droga es el  cerramiento final de nuestra auto-nomia. Quedamos sujetos a un Poder Otro  alienador y alienante y somos la nueva “carne de cañón” de los distintos  presidios que nos dirigirán. Es la nueva cara post-moderna del miedo a la  libertad denunciado por E. Fromm. Son los nuevos campos de concentración en  donde ya la tortura es interna y los alambres de púa son interiores. Población  “ domada ad-infinitum”. Siguiendo el lema de Naciones Unidas la droga se transforma  en un juego para niños eternos muertos-vivos.