Esclavitudes.
«quien no espera desespera”
Antonio Machado.
Llora frente a mí un joven de 27 años con tres hijos. Todo el dinero que gana como empleado de transporte lo destina al consumo de drogas. Me viene a ver con su bolso para internarse. La internacion en una comunidad terapéutica resuena en él como un camino hacia su libertad. Busco el momento justo para hablarle de la esclavitud en que lo ha sometido el “paco”. Mi figura y la de todos los terapeutas aparece idealizada frente a la inermidad en que lo ha sumido su compulsión al “paco”. Son las nuevas esclavitudes contemporáneas. Un adolescente roba en un kiosco. Su revolver de juguete esconde la violencia y la mentira. Deprivado de afecto desde pequeño con padres adictos y que lo han sometido al desamparo busca en el acto antisocial paradójicamente un limite. Hablando con él destila ternura; ¿está disociado entre el del revolver de juguete y éste otro sediento de un padre que por lo menos lo escuche? Winnicot Donald psicoanalista inglés nos enseñó: “… un niño reacciona ante una privación relativa con un acto antisocial”. Es que como él mismo nos enseña”:…cuando se produce una deprivación en forma de una ruptura (por ejemplo fractura familiar) ocurre algo muy grave en la organización mental de un niño; de pronto sus ideas e impulsos agresivos dejan de ser inocuos…”. Más adelante nos dice”:…el robo representa un pedido de auxilio o demanda de sostén, limites, guía de la sociedad por un adolescente en crisis que no puede poner en palabras su problemática y usa el lenguaje de la acción…”. Es otra de las esclavitudes contemporáneas: la deprivación afectiva y la necesidad de un encuentro con figuras de autoridad que le devuelvan un sentido y no un vacío. Hoy el Otro del adolescente es habitualmente el vacío, no hay padres y en el peor de los casos el padre y/o adulto cómplice.
Si no crecemos con otros somos esclavos. Hay una crisis de las cartografías existenciales, no hay brújula ya que ésta está basada en los vínculos. Los vínculos se licuan y nadie puede crecer solo, en la calle y casi sin escuela. Esto hoy le pasa a miles y el “paco” opera como la “solución final” a una vida sin referencias, pertenencias y finalidades. La “solución final” del paco es el nuevo campo de concentración elegido. Un paciente me comentaba como vivía en plena capital en una “casa del paco” en donde cinco pisos tomados albergan el deterioro de decenas de jóvenes esclavizados. Todo a la vista (¿nuevo campo de concentración?).¿Cuáles son las necesidades que debemos reflotar en nuestros barrios y familias?. Mi experiencia clínica me hace decirles lo siguiente: a) volver a religarnos ya que las existencias individualistas nos acercan a la soledad de la compulsión; b) ayudarnos a no huir de nosotros mismos en un verdadero acto educativo; c) encontrarnos con Otros como alguien y no como algo (objeto), d) descubrir y practicar una escala de valores; e) no eludir la realidad ya que la fuga es imposible, acercarnos a ella desde la cultura del encuentro aun siendo esta muy dolorosa.
El dolor que hoy percibimos es muy grande. Luego de los problemas del campo que obnubilaron parte de nuestra realidad esto resurge como una realidad doliente.