FIESTAS (II)
«.. vale decir , pasado, presente y futuro son como las cuentas de un collar engarzados por el deseo».
S. Freud
Desear es la clave .No son las simples ganas al decir de Unamuno que distinguía claramente entre deseo y ganas. En el deseo está el futuro en acción. Las ganas son el imperativo de lo inmediato. Es el deseo lo que se motoriza en el brindis. El hombre al desear imagina y novela un futuro que es su propia vida. No hay vida sin un futuro proyectado. Es más. somos proyecto y cuando nos quedamos sin proyecto morimos , aún viviendo como vegetales. El desvarío de los brindis en la sociedad de masas a través de una estilización también masiva es la caricatura de un proyecto que no podemos ser y por lo tanto habitar. Es como una huída hacia adelante regresando paradójicamente a una dependencia infantil entre los vahos del alcohol y las sustancias. Es el triunfo dela muerte del sentido o sea del proyecto que necesitaríamos ser y hacer.
Los que trabajamos con pacientes adictos durante las fiestas de Diciembre vivimos un stress muy especial. No sólo nosotros como terapeutas nos sentimos interpelados por el balance que todos los diciembres realizamos , inconscientemente, de nuestras vidas ; es que también los pacientes que se están rehabilitando de una dependencia a sustancias se hallan muy movilizados. Están doblemente tentados ; por un lado a repetir el viejo libreto de muerte que es introducirse en el vértigo del consumo o por otra parte tentar e in-tentar un proyecto. Hacerlo propio. Acá los terapeutas tenemos que ser extremadamente sutiles y perspicaces en distinguir las astucias de las probables recaídas (tener conductas que lleven a «que el paciente se haga la cama» como vulgarmente se dice para volver a tomar alcohol y sustancias) de las ansiedades propias de alguien que intenta construir y darle un contenido a sus vidas. En muchos casos tenemos que construir con ellos un proyecto de vida, ofrecerles el destino que son desde la propia historia ; llamarlos a su dignidad que fue conculcada por el Poder delas sustancias.
Todo esto depende del estado al cual lo llevó la dependencia y del contexto que rodea a cada paciente (familiar o social). El nivel de deterioro que tienen luego dela dependencia es fundamental .Deterioro que no sólo cerebral, sino psiquiátrico, financiero, social y porque no decirlo también espiritual con una agonía de su voluntad que se expresa en una abulia y amimia vital grande.
Hay dos grandes categorías ; aquellos para quienes la experiencia dela droga ha sido intensa , corta pero con una rápida intervención familiar y social han llegado a un tratamiento y aquellos que durante largo tiempo han quedado sujetos no solo al poder de las sustancias sino al abandono familiar y social.
Una joven del primer grupo me decía refiriéndose a las fiestas y a las presas del 2009: » … deseo seguir deseando». Me quedé sorprendido por su reflexión y la indagué. Ella me contestó que con las drogas, se había dado cuenta, que se había muerto su deseo. Solo tenía ganas de drogarse(recordemos a Unamuno). Se había quedado sin proyecto. Adolescente criada según los cánones «progre» en donde la marihuana y el alcohol debían ser una tarjeta de identidad prestigiada y a la vez una identificación masivamente asumida . La reflexión en una comunidad terapéutica la ayudó a rescatarse de esta alienación prestigiada que funciona como una verdadera expropiación de la subjetividad. Recuerdo aquí a G. Marcel cuando en su libro Decadencia de la Sabiduría nos dice que la reflexión en la sociedad técnica y de la propaganda que capta masivamente siempre está devaluada. Es una potencia segunda . El primer poder es el del vértigo y la mimesis e imitación de conductas . Pero el vértigo nos dice maravillosamente es solo «… abandonarse a «. O sea perdemos nuestro sí mismo. La paciente se está rescatando . Empieza a hacerse cargo de su vida. Las drogas no son el camino para eso( lo está aprendiendo duramente).
En el segundo de los grupos que han sido abandonados durante largo tiempo al consumo y casi sin recursos propios para enfrentar esa agonía cotidiana la tarea es más difícil . Necesitamos construí con ellos un proyecto. Están limitados por un inmediatismo permanente. Deteriorados cerebralmente en su función frontal (la más evolucionada del desarrollo del sistema nervioso) no pueden proyectar , evaluar .Son sujetos ya «domados » para el consumo. Parecería que son solo ganas y no pueden desear .Lo de hoy vale. No hay un después. Por ende no hay futuro ni proyecto. El trabajo con ellos es una artesanía. Una nueva alfabetización emocional. Afortunadamente sabemos que lo que hagan con nosotros en un marco terapéutico crea nuevos territorios cerebrales. El cerebro también responde al amor y a los vínculos.
Pero siempre el hombre , adicto o no, responde a la interpelación del ser que somos. O sea escribir desde nuestra vida y novelar nuestro futuro. Para eso necesitamos des-alienarnos. Las drogas y el alcohol son una de las vías dela expropiación de nuestro sí mismo.