ORIR ANTES (III)

“…la droga cumple una función de prótesis y sustituye imaginariamente la realidad que toma en principio un carácter alucinatorio..”
G. Maci

Drogarse epidémicamente como hoy sucede en nuestra sociedad reconoce factores culturales como precipitantes y convocantes. Así desde las historias de vida de centenares de pacientes vistos en los últimos treinta años se esconden los estilos de vida a los cuales nos sometemos. El “se dice”, “se hace” de M. Heidegger es en donde la tiranía del uso social compartido y miméticamente transmitido se convierte en un uso de drogas masivamente mortífero. Hoy el uso de drogas responde al “se dice”, “se hace” claramente evidente en los que tratamos jóvenes en donde la imitación responde a un patrón previo de aceptación social del consumo prestigiado por distintos medios propagandísticos incluso abonado ,todo esto, superlativamente por la falta de políticas preventivas en los medios adolescentes. Las estadísticas mundiales sobre nuestro país acerca del consumo en las escuelas secundarias dadas a conocer en los últimos días son muy clarificadoras.

Es la otra gripe A mucho menos visibles, sin barbijos ni fiebre viviendo en los “túneles” prestigiados de la sociedad .Describimos tres estilos culturales prestigiados: el elogio de la desmesura, la creencia omnipotente de que es posible llegar al placer sin límites y que hay que bloquear de cualquier manera el dolor de los duelos(muertes), pérdidas y transiciones vitales (pasaje a la adolescencia, la madurez, vejez).Es la huída del dolor o del límite al placer o del que impone la vida misma como transito lo que nos precipita aùn más al vacío de la muerte. De tanto huir llegamos “locamente “ a ella. El que se droga en estos casos queda sometido a ese paradigma cultural en donde la desmesura está prestigiada ; el duelo debe perimirse porque la vida parece una gran fiesta maníaca y finalmente, el tiempo de la vida queda reducido a un tiempo infantil de ocio permanente en donde el éxito del placer sin límites es posible. El ocio infantil reemplaza al tiempo de la vida que es un precipitado de placeres , sufrimientos, pérdidas y ganancias subjetivas si , por fìn, aceptamos y asumimos la realidad.La droga sustituye la realidad por lo alucinatorio nos decía más arriba el Prof. Maci; con la validación que tiene lo alucinatorio dentro de la escala de prestigios sociales. Lo alucinatorio como el uso compartido de drogas( para el adolescente no quedan dudas que es posible y necesario el “salto” de la realidad que proporcionan las drogas ya sea para una fiesta, un encuentro sexual, etc). Luego el uso continuo lo llevará a la dependencia; pero ese “es otro cantar “. De eso no se habla socialmente.Otra creencia social es que “no hay que parar”. La vida es pura sumatividad. Adicción como adición ; suma final. Todo es plusvalía. Se apuesta a todo. Siempre a ganar. Siempre a ganar para que en el azar de la vida la pérdida suene como la muerte misma (sobredosis , tragedia, etc.). El azar se transforma paradójicamente en Ley. Algún analista famoso y creativo nos enseñaba que cuando no se acepta la Ley a través de algún representante la Muerte misma se transforma en Ley. La “parca” es la Ley. La vida parece ser un casino de mercancías en donde la lógica es la devoraciòn : “todo para mí”  . La vida entonces queda agotada en una compulsión . El adicto de hoy es ya un jugador de casino. Sólo importa esa ficha(dosis) en donde se le va la vida. “Si no la tengo me muero” me decía un paciente de 32 años jaqueada por las compulsiones. No podía parar. Yo pensaba “pero si la tengo también muero”. Me contaba como al ser secuestrado en una villa al ir a comprar drogas en un simulacro que hacían sus secuestradores de gatillarlo y con el revolver en la sien el pedìa “por favor” la dosis que le habían robado. Muerte contra muerte. Revolver en la sien y muerte por la droga. Pedía huir confrontándose con la muerte misma. Tragedia de este drama vital. Ahora en la serenidad de una compulsión serenada me dice : “que locura, no podía parar”. Salvó su vida por el azar de una patrulla policial que pasó cerca en el descampado que estaba. Se abalanzó sobre la patrulla y todo culminó en un tiroteo con los delincuentes.El cerebro no puede parar , el sujeto de la adicción no puede parar . El cerebro sin la participación de las zonas superiores del cortex es puro automatismo. Eso genera el uso dependiente de drogas un cerebro que puede parar como si fuera un casino que funciona las 24 horas.