PADRE INCIERTO

Familia y auto-destrucción era el tema  que nos convocaba habíamos dicho en la última nota. Todo surge de escuchar  historias clínicas e historias sociales de muerte anticipada o de existencias  que sólo quedaron en situación vegetativa (viven pero no piensan ya, luego de la “inmersión“ en el goce mortífero de las drogas). Hoy es el tema del padre  incierto. Ya los antiguos nos enseñaban en relación al tema de la certeza de la  paternidad que “…el padre es incierto aunque la madre es cierta”(pater incertum  est , mater certissima est). El saber latino lo relacionaba con la certidumbre o  no de la paternidad (en relación a la progenitura biológica y máxime en tiempos  donde no existía el examen de ADN como si hoy existe). Pero la paternidad es un  tema que los clásicos le daban una importancia fundamental ya que estaba más  allá de lo biológico. Para el saber clásico la paternidad era una adopción, era  padre aquel que relevaba la función simbólica de donación de vida, transmisión  de la palabra, orientación de sentidos y caminos. La paternidad requiere un  singular estar…distinto al de la madre. Estar para que el niño deje el bios  materno y se introduzca en el mundo social con una existencia autónoma. Si algo  caracteriza a esta etapa histórica de la humanidad es la caída del Padre. Las  historias de jóvenes nos muestran a un padre ausente, inexistente, vetusto,  impotente, alcoholizado, sodomizado en una adolescencia eterna. Así como el  exceso de figura paterna –autoritarismo- es el germen de un adolescente inhibido  neuróticamente el déficit de la función paterna y la debilidad del padre es  germen de multitud de crisis adictivas, impulsividades varias, violencias  tribales, actuaciones delictivas. Es que la figura del Padre sutura y abre  horizontes hacia lo social y de respeto a la Ley  no solo la social sino la humana: el Otro como Ley o sea el altruismo como eje  de la ética. El “sin padre” de hoy gira en el vacío y en un goce basado en la  desmesura que  no es placer. Debemos diferenciar entre placer y goce. El placer nos acerca a la  vida, el goce es un “más allá del placer” que nos reserva un lugar anticipado en  el cementerio de los muertos o de los vivos. Son seres que cuando viven vegetan  con sensaciones de vacío. El día es un presente continuo y la noche es un horror  porque los persigue el insomnio y entonces el murmullo silencioso de la noche  los perturba y por eso lo deben llenar con vértigo, alcohol, etc. El vacío en  muchos casos es “yirar” solo por las calles.

Las figuras modernas del “sin padre” se ven en familias de  madre sola con un padre que no colabora económica, afectiva o espiritualmente.  En otros casos son “padres desaparecidos” vivos cuyo único aporte es el semen y  luego nunca más. Otros observan el deterioro de los hijos y no actúan (filicidio  concreto). La alcoholización de muchos padres delante de los hijos o incluso la  iniciación en las drogas como única transmisión posible también se observa.

La era actual trae el mayor de los dolores la ausencia, no sin  consecuencias, de la figura y de la función paterna.