SOLEDADES

“Hoy el único cometido valido en el desmontaje de las mascaras, como disciplina de la existencia legitima…”.

Guillermo Maci. Yo-Yo mismo.

Vivir narcotizados es no solo estar rodeados de sustancias químicas que sirven para anestesiar, aunque sea por un momento, el vacío y el sufrimiento con un “flash” de placer sino que es no poder ver lo que está más allá de la imagen de lo que sucede. Es una ceguera particular de la realidad y ante la realidad. Discutimos la liberación de las drogas como un signo de derechos del consumidor (como si fuera el acceso a proteínas esenciales para el crecimiento) y negamos el homicidio continuo de nuevas generaciones por el consumo de sustancias mientras suben los accidentes, las enfermedades psiquiátricas y las infecto-contagiosas (sida, sífilis, HPV, etc.). Discutimos sobre la libertad humana mientras no nos atrevemos a ver el desvalimiento de miles de jóvenes sin padres y cuya única existencia se legitima en la calle o en la burbuja del ciber.

Jorge me angustia a pesar de mis años de acompañar el dolor humano. Tiene catorce años y su porte casi de un niño se acompaña de un andar juguetón y una mirada deseosa de contener al otro y de ser observado y reconocido. Poco a poco dispara el dolor de un desvalimiento en un todavía niño venido del interior del país: “viví en un basural”, “nací en una prisión”, “mi madre era presidiario”, “nunca la ví, se que ahora esta libre y vive en Mar del Plata”, “mi padre esta vivo pero no lo conozco”. La droga, el alcohol y los pegamentos lo acompañaron de pequeño. Fue un niño institucionalizado y como el moderno joven crónico fue pasando de institutos a penales. Hoy comienza en una comunidad terapéutica. Solo en el mundo tratará de vivir una existencia legitima sin mascaras que oculten su vacío: las drogas; él es la caída de las máscaras Vive con otros chicos que están en la misma situación y que juntos con la ayuda de un equipo terapéutico (así hoy llamamos a los que tratan de suturar los vacíos sin multiplicar los sufrimientos) luchando por encontrar un sentido a sus vidas. Ser personas en un mundo muy despersonalizado.

Nuestro país está cambiando su estructura familiar con el riesgo de la perdida de contención y orientación de miles de niños. Tomando como dato la Ciudad de Buenos Aires en los últimos 15 años bajo el 20% el número de casamientos, aumentaron 120% las uniones de hecho y el 148% el número de separaciones y/o divorcios. En circuitos de clase media y alta bajó un 15% la tasa de fecundidad (1,80 hijos por familia) y en las clases más desacomodadas es de 5 hijos por familia. En 1990 por cada divorcio hay un casamiento. Volvimos al uno a uno, parafraseando a la convertibilidad. En las edades de 15 a 34 años entre 1990 y 2002 las uniones de hecho subieron un 195%.

A su vez en los circuitos habitacionales de Buenos Aires subió un 120% la población (Villas de Emergencia) llegando a casi 150.000 habitantes; esto es sugestivamente interesante en una ciudad que mantiene estable su población por su baja en la tasa de fecundidad salvo en los barrios críticos en donde ésta tiene altas tasas.

Caminar por las calles de ciertos barrios  es observar a cientos de chicos solos y en las esquinas. Los acompañan una bolsita , junto a un “porro” y una botella de alcohol. Pero a quien les interesa la cantidad de jóvenes confusos, otros tirados en el suelo, aquellos gritando, mientras no rompan un vidrio todo está bien. Es que ellos están solos o acompañados por el “melón medicado” (melón con alcohol y pastillas). La noche es de ellos, el día es nuestro (de los adultos); pero nunca nos podemos juntar. ¡¡ Que mentira decir que la noche es de ellos!! El espacio social en esta sociedad actual se ha convertido en un «container”. Crisis de vínculos. Soledades. Vacíos. El joven que vivió en un basural creo que es una metáfora del vivir actual de muchos de ellos. Solos de soledad absoluta.