Jorge vivía en su infancia con una madre que lo inundaba con su melancolía y depresión así en muchas circunstancias nuestros hijos crecen en ambientes familiares tóxicos. A su vez el padre ausente y fuera del hogar lo dejaba aún más solo con esta problemática. Todos, en algún momento, vivimos rodeados de ambientes tóxicos y de personas tóxicas. Habitualmente la gente tóxica mete miedo o culpa, devalúa permanentemente al otro, intenta y a veces lo logra manipularnos o se siente triunfador cuando su víctima da señales de debilidad, afectación o rendición. Nuestra salud mental se va protegiendo cuando podemos poner distancias de estas personas eminentemente destructivas.
El problema con los chicos es que no pueden defenderse de estas personas. Dependen para la comida, los afectos, las seguridades básicas. El grito, el miedo, los permisos de salida o la violencia verbal o física operan como elementos que utiliza este “verdugo” psicológico.
Así aparece en la adolescencia de Jorge la marihuana en primer lugar y luego la cocaína. Desaparece el estudio y no puede trabajar. La droga al principio le permite una fuga de lo tóxico del ambiente familiar y la da una euforia artificial y momentánea. Luego aparecen la pérdida de motivación, la tristeza y la depresión y al final lo frenético de los delirios y persecuciones típicos de la cocaína. Varios centros psiquiátricos públicos y privados lo van recibiendo mientras su deterioro va en aumento.
Todo empieza a cambiar cuando toda la familia entra en una comunidad terapéutica y el padre toma una posición activa para la recuperación de su hijo. . Toda la familia con la ayuda de un equipo médico y sin drogas para consumir participan de todos los procesos de recuperación. La desintoxicación fue crítica con noches de insomnio y un rebrote alucinatorio y delirante. Sostenerlo en ese momento fue clave. Hoy está reconstruyendo su vida y su familia está recobrando un nivel de esperanza nunca encontrado.
DR. JUAN A.YARIA
Director General GRADIVA-Rehabilitación en adicciones.