“…una copa es mucho y cien son pocas” (dicho de Alcohólicos Anónimos para entender el NO al primer consumo)


No es el título de un bolero….sino que parece ser la lógica de la cocaína en nuestra comunidad. La noticia escueta de un organismo internacional dice lo siguiente: “Argentina y España son los dos países en los que más cocaína se consume en el mundo. En ambos, el 2,6% de las personas de entre 15 y 64 años reconoció haber tomado al menos una vez en el último año, según estadísticas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). En tercer lugar está Reino Unido, con 2,5%, y luego aparecen Estados Unidos y Chile, con 2,4 por ciento. El otro sudamericano entre los primeros es Uruguay, que está en el décimo puesto junto a Canadá, con una proporción de consumo de 1,4 por ciento”.

La cocaína se popularizó. La usan los jóvenes para mantener el consumo de alcohol y evitar momentáneamente las “resacas”. La usan los menores en la versión letal del paco, hecho en el negocio para no perder nada y asegurar aún más la plusvalía. La usan los ejecutivos para rendir supuestamente más. La usan los conductores para seguir trabajando. Los periodistas para aguantar largas horas. Nadie sabe cómo…pero muchos quedan “enganchados” y el más…más y…más se transforma en una compulsión.

Compulsión que tiene características autistas .Encerrados en una habitación no pueden no hacerlo. La adrenalina del trabajo ser perdió, el “plus” de sexo ya no existe, la depresión persigue al que lucía pletórico hace unos días. Es un autismo tóxico con compulsiones irresistibles.

Mientras tanto va cambiando la vida del cerebro de los consumidores. Química, vida eléctrica e información son la energía del cerebro. Los circuitos químicos y eléctricos de los neurotransmisores se alteran y las informaciones se repliegan a los típicos ambientes de los consumidores: boliches, transas, estar “solo con los del palo”, o a la sonoridad del vacío de un cuarto de hotel o de la propia casa. La obsesión del consumo y las leyes de la abstinencia con el vívido malestar y a la vez imperativo en la mente, vísceras y en todo el cuerpo se asocian a una memoria adictiva que solo permite los recuerdos de los momentos “paradisiacos” (inicios del consumo) para luego mandarnos bruscamente a los “infiernos” de la culpa y el remordimiento. Triste vida la del consumidor dependiente de cocaína. Es un condenado que asiste a su propio cadalso con la impotencia de un Yo y una voluntad que no responden.

Al apagamiento progresivo del cerebro le sigue la alienación de la personalidad en donde asistimos a una hipoteca que solo se podrá levantar con un tratamiento serio. Hipoteca sin escribanos. Sin Ley. En donde la vida parece ser el pago.

El tercer daño agregado al deterioro cerebral y de la personalidad es la crisis de los ordenamientos sociales; vive rodeado de cómplices y no de testigos. El secreto pasa a ser parte de la hipocresía cotidiana mientras su memoria empieza a fallar y su atención se desmorona. Trabajo, por ende, en crisis. Vida familiar en recesión. Hijos…. ¿qué es esto de ser padre o madre? El evento central de un consumidor dependiente es el drogarse.

Configuraciones sociales

Sanitariamente vemos tres grandes espacios problemáticos:

El niño púber en contacto con estos estimulantes; aquí directamente observamos daños irreversibles en el desarrollo de su vida cerebral justo en momentos de inmadurez de todo su sistema nervioso. El lóbulo frontal es que es el CEO de nuestro cerebro está en proceso de evolución y las drogas deterioran su futuro y nos someten a los impulsos más ligados a nuestra arcaica estructura mamífera y reptiliana. Violencia, conductas arriesgadas, accidentes, perdida de estudios y oficios; esta parecen ser las consecuencias.

Adultos con años de consumo problemático y que comienzan con fallos metabólicos y daños multiorgánicos. Diabetes. Hipertensión. Infartos. Accidentes cerebro-vasculares. Todo esto unido habitualmente a pérdidas económicas, financieras y laborales. Llegan desvencijados a la consulta y con una depresión vital difícil de superar. Hijos que no los quieren “ni mirar”. Promesas que se renuevan. Solo dejando de consumir con ayuda médica se puede. Lo demás es ya viejo cuando la voluntad ya no responde y la memoria nos hace trampas.

Familias en carrera de consumo; tema que empieza a ser crítico hoy. Hermanos que comparten la adicción. Padre o uno de ellos que consume y que transforma su vida en un modelo químico para sus hijos. Acá todos necesitan tratarse de una manera u otra.

Salir del túnel

De qué lado del mostrador miramos estos números de Naciones Unidas. Si lo hacemos desde el narcotráfico es difícil una explicación ante esta corporación multinacional que maneja el tercer negocio global del mundo después de las armas y el petróleo. No tengo conocimientos ni experiencia para hablar de esto en una columna. Si, por supuesto, podemos hablar desde el lado del mostrador de la demanda de drogas; nos deberíamos preguntar por los motivos de esta alienación colectiva. Este es un efecto cultural, educativo y de movilización de la comunidad. Acá debemos insistir, de lo contrario los costos sociales, familiares, espirituales y económicos van a ser altos. Ya empiezan a ser altos.

Dr. Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.