“Enojarme por mi discapacidad es perder el tiempo». Stephen Hawking- Científico inglés.

En tiempos en donde parece predominar la megalomanía y la victimización, o sea la no aceptación de los límites concretos de mi existencia vale la pena asumir que el principal problema somos nosotros mismos.

Son tiempos también en donde la magia suplanta a la aceptación de la realidad a través del juego, la droga, el robo de lo que el otro posee. Momentos en donde la envidia parece no poder trocarse en admiración de lo que el otro es (más allá de lo que tiene) y aceptar la diferencia.

En todos estos momentos propios de nuestra sociedad y cultura pero fundamentalmente de nuestra existencia es la aceptación de nosotros mismos la clave y a la vez lo contrario a la soberbia.

Tiempos entonces de inflación del Ego y he aquí la fascinación de los estimulantes que son combustibles para fortalecer la Imagen de un Yo que se cree en su ilusión poseedor de la realidad. La cocaína cumple uno de estos papeles; hacernos creer algo que no somos.
Tiempos también de huida en donde se buscan desde el juego hasta distintos opiáceos, alcoholes y tranquilizantes para generar una fuga de nosotros mismos y de una realidad que no podemos aceptar.

LA ACEPTACION

Precisamente en estos tiempos el científico Stephen Hawking que revolucionó las teorías científicas con su «Breve Historia del Tiempo» y con el origen de la vida en general y que ahora ha publicado una nueva edición dedicada al público en general, nos enseña: «enojarme por mi discapacidad es una pérdida de tiempo, la gente no nos va a dedicar su tiempo si nos mostramos siempre quejosos». O sea, no victimizarnos y además producir, hacer cosas para, desde los hechos, estar con los otros que es lo que todos necesitamos.

No se puede vivir sin los otros. Somos lo que podemos hacer a través, con y para los otros. El altruismo es la base de la ética. Ya con 72 años Hawking superó en 45 años su expectativa de vida. Su movilidad es tan limitada que sólo puede usar su dedo para operar la computadora cuando se siente especialmente fuerte. De lo contrario, se hace entender a través de su mejilla derecha a la que apunta un rayo infrarrojo que él maneja a su vez para mover los cursores de un diccionario y que se encargan de completar una frase completa antes de enviarla a un sintetizador de voz. Es un ejemplo magno de aceptación.

En la vida en general y en el tratamiento de dolores humanos, desde las megalomanías más diversas hasta el consumo de drogas, alcohol, sexo, juego, objetos, etc., e incluso de las depresiones más profundas, el primer tema a trabajar como piedra de toque del cambio es la aceptación con su contracara que es la soberbia y el resentimiento.

Aceptar que tengo un problema y que la sabiduría de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos la resume en el lema que los convoca en cada reunión: «Dios, concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia».

Hawking se aceptó a sí mismo, y desde ahí pudo crear y darle un sentido a su vida que es lo más importante en el paso por estos lares. No se miró al ombligo y se victimizó o llenó de ira atacando al mundo por su situación.

Creó desde sus limitaciones. Renunció al primer anhelo narcisista que nos puede extraviar y alienar: deseo de ser otro y lanzarse a asumir y desarrollar lo que es y lo que puede ser.
La aceptación de mis límites es un trabajo, una tarea, una vocación, mi misión. Hay cualidades que están rehusadas para mí, que las tienen otros y que, en lugar de envidiarlas, las puedo admirar para crecer así aprendiendo del otro.

El que envidia no aprende porque no se acepta; el que admira aprende porque pasa por el desfiladero de la aceptación.

Estar en mis límites es aceptar mi historia, los padres y la familia que me tocó, el cuerpo y la silueta en donde moran mi psiquis y mi espíritu, incluso mis fallas de salud. Sólo desde acá puedo proyectar mi vida y hacer con el proyecto una trayectoria, o sea un trayecto positivo. Sentido de la vida, proyecto y trayectoria van entrelazados con la aceptación.

LA HUMILDAD

La aceptación va unida a la humildad que es el principio y el fin de toda sabiduría: la renuncia a la soberbia. Los místicos judíos y cristianos clásicos nos enseñaban que » la Verdad es la humildad y la humildad es la Verdad».

Renunciar a la soberbia nos permite aprender todos los días. Esta parece ser la Carta Magna del existir.

La soberbia, antítesis de la aceptación, nos entrega a la desesperación. Soberbia y desesperación son puntos ciegos en la observación de la realidad y ésta en última instancia siempre triunfa: nos muestra nuestra estatura, nuestros límites, nuestra menesterosidad. Si aceptamos nuestra estatura real, todos podemos llegar a ser como Stephen Hawking.

Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.