El viernes mientras desayunaba Juan me interrumpe con un mensaje de texto deseándome Felices Pascuas. Hablamos esa mañana varias veces. Sobre mi sobrevolaron recuerdos de aquel primer encuentro en 2005 en donde Juan protegía a las sustancias y a la alcohol aún y a pesar de una sobredosis que casi acababa con su vida. Hoy recuperado re-encontró un sentido a su vida y una pareja con un hijo desencadenaron otra historia cargada de proyectos y finalidades ciertas. El de alguna manera había resucitado…volvió a vivir luego de una noche negra de su existencia.

Toda la vida de Juan fue tratar de encontrar  un Padre que lo había abandonado. Al fin lo encuentra debajo de un puente embebido en alcohol en San Martín (Provincia de Buenos Aires). Lo cuida, le da café y le habla. Se reconocen mutuamente como padre e hijo todo esto acompañado por  llantos. No se puede perdonar sin llorar. Ilusionado vuelve a los pocos días. Ya no estaba. Había desaparecido; los compañeros le dijeron que quizás había muerto.

Desde ahí su vida es un seguir al Padre en sus síntomas, sus parecidos, sus dolencias. Lo quiere seguir hasta la sepultura. Las drogas y el alcohol lo acompañan. Solo el afecto de compañeros de trabajo lo rescata y lo presentan a través de su sindicato a una comunidad terapéutica. Ahí empieza a levantar y superar  esa triste historia en donde las drogas funcionaban como un revolver cargado a punto de ser gatillado. Poder hablar. Perdonar a su padre. Reparar y proyectar un futuro fueron trabajos duros durante varios meses en donde los peligros de la abstinencia y de volver a la vida anterior estaban siempre presentes.

Siempre en la historia del consumo de drogas hay una historia que nos puede llevar al suicidio. La dependencia a las sustancias es una señal suicida. Tratarnos es apostar a la vida. Juan lo logró cuando casi iba a seguir el camino del padre. Logró una resurrección psicológica. Resucitar es volver a tener anima o sea ánimo, vida.

Juan Alberto Yaria

Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.