“… no hay drogados felices”. C. Olivenstein . Maestro francés en adicciones.
Juan en un acceso de violencia paranoica, típico de la intoxicación con cocaína, ataca a su pareja en un hotel de los suburbios. Ambos en un estado crítico se golpean. El cree haber matado a su pareja. Espera la condena ante su acto destructivo. La mujer se salva. Pide que el Juez reconozca su pérdida de libertad y lo mande a una institución de recuperación de adictos. Las autoridades policiales y judiciales no lo entienden ya que podría hacer un tratamiento ambulatorio pero estos no pueden comprender que está sometido a una compulsión y “no puede parar”. El pedido al Juez es una demanda de racionalidad ante tanta irracionalidad. Hoy se recupera en una comunidad terapéutica. Va intentando superar la condena al fracaso.
En mi experiencia el femicidio abreva en tres fuentes : a. Problemática sociocultural y como residuos de una visión exclusivamente machista de la realidad; b. el uso masivo de drogas y alcohol que lleva a una problematicidad de los vínculos humanos exasperando las irritabilidades y los vínculos paranoicos con el otro ; c. la emergencia de personalidades desequilibradas de tipo psicopático y paranoicos con amor al daño , la vejación y el dominio sobre el otro que se multiplican de una manera anómica ; c. patologías de los vínculos de pareja en donde el dominador convoca al dominado y a veces el dominado al dominador.
Todo esto lo vemos cotidianamente en la consulta .Los vínculos no duran y se licuan mostrando la cara desertora del amor en la post-modernidad: vacío de ternura por doquier y violencia en exceso. Ternura devaluada y palabra caída en los vínculos que son solo meros remedos de gimnasia sexual pero que poco de sensibilidad muestran, así como de una crisis de la empatía.
Un análisis del femicidio sin tener en cuenta estos factores que muestran esta crisis de la salud mental resulta poco esclarecedor y de suyo va a convocar a muchas más noticias más en el futuro si no tenemos en cuenta a la prevención de la salud mental y a la detección precoz de estos síntomas en la sociedad.
Mi experiencia sobre esto está acotada al tratamiento de pacientes en donde los vínculos humanos se han diluido y las drogas son el único objeto posible a alcanzar en la vida. Hoy miles de argentinos necesitan consumir drogas y alcohol. Buscaron la felicidad química y en el presente de sus vidas están sujetos a una compulsión a la búsqueda de sustancias aún sabiendo que los daña. Todos los días quiere dejar de consumir pero las múltiples recaídas son la respuesta de un sujeto abolido en su libertad. Vacios que surgen por abstinencias de sustancias que se quieren superar de miles de maneras hasta llegar a la reiteración de lo mismo y entonces quedamos condenados a lo mismo. Vida sin variación. Monotonía. Depender de las drogas es el paso final hacia el inicio de una cadena de errores en donde nuestra vida queda sometida al azar.
Así van surgiendo los condenados al fracaso. Siempre me entusiasmó estudiar la compulsión de muchos pacientes adictos sometidos a repetir el error. Sometidos es una palabra que anuncia con toda su fuerza la caída de la voluntad y el automatismo como único horizonte vital. El maestro de la psiquiatría P.Pinel (1745-1826) al estudiar a los toxicómanos mostraba, en los inicios del conocimiento científico sobre el tema, que es la voluntad (sede de las decisiones libres) la que queda anulada en estos pacientes. O sea no hay libertad o ésta queda muy comprometida. Su vida entonces se transforma en un espacio continuo de desaciertos y decisiones equivocadas. Eligen lo peor para ellos y su familia e incluso ponen en riesgo su empleo y se hunden financieramente.
Los condenados al fracaso
El análisis psicológico, especialmente el psicoanalítico, y las neurociencias hoy comprenden esto de una manera conjunta. En el psicoanálisis la multitud de decisiones equivocadas que llevan a la mortificación personal imponen la vigencia en nuestras vidas del Dios Thanatos (divinidad griega representativa de lo mortal y la destructividad), en este caso dirigida hacia nosotros mismos siendo éste el mensajero apocalíptico de la autodestrucción y la venganza contra sí mismo. En la lucha entre Eros y Thanatos; amor que reúne y muerte que disuelve, parecería vencer la muerte.
La neurociencia nos ayuda a entender este fenómeno de “la condena al fracaso” en lo que se llama la teoría de la toma de decisiones. Este es un proceso complejo en donde participan dos grandes estructuras cerebrales: el cerebro límbico y el cerebro frontal. El cerebro límbico es también llamado cerebro emocional y está ligado al control de la presión arterial, respiración, ritmo cardíaco, etc. La unión entre lo antiguo (cerebro emocional) y lo nuevo (cerebro frontal) garantiza un a toma de decisiones lo más certera posible y acotada al principio de realidad. Cuando por stress crónico o por drogas el frontal queda suspendido parcialmente en su función parecería que el sujeto se condena a sí mismo. El lóbulo frontal es el eje de la planificación, la espera, el futuro y asiento de la moral. La imagen y la vigencia del Otro como prójimo es gracias a la vigencia de esta estructura que nos separa de los simios y monos superiores; de lo contrario estamos condenados a vivir el mundo como un presente perpetuo y en donde el Otro es solo un obstáculo a eliminar. Es la lucha entre el Hombre y la Bestia (Mr.Jekill y Mr. Hyde) magistralmente relatada por Robert Louis Stevenson (escritor que confesó su adicción).
Cerebro y realidad
Muchos autores dicen que el cuidado del cerebro expresado en el dialogo entre el cerebro emocional y el más racional y evolucionado fundamenta la verdadera inteligencia que es la emocional. En esta se unen la empatía (sintonizar con el otro como diferente y poder sentirlo y escucharlo) con la intuición y el juicio certero. Surge así un análisis de la realidad que destierra la vigencia de la omnipotencia (forma de desmentir lo que las circunstancias nos muestran). Asumir la realidad es una función cerebral y también de asunción psicológica de lo que es más allá de mis apetitos y de mi Ego. En el adicto esto no se da y “nublado” el frontal se impone nuestro parecer pero no la realidad. Entonces estamos “condenados al fracaso”; incluso fracasan los ideales del amor tierno y la palabra cae frente a la violencia más primitiva.
Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.