«No clave la mirada fijamente en el abismo; no sea que el abismo la clave en usted». F. Nietzsche.
Oscar me dice que para él tomar cerveza y fumar porros con cocaína es clave .Lo hará los fines de semanas y por otra parte fumar marihuana todos los días antes de ir a trabajar y al volver. Ya lo intentó varias veces y “siguió de largo”. A sus 44 años la compañía de los químicos durante 20 años representa la mitad de una vida ligada a ilusiones y desilusiones permanentes. Precisamente la “ilusión” de controlar la dosis es casi imposible en muchos. Dicen los alcohólicos y con mucha sabiduría:” una copa es mucho y cien son pocas….
Oscar para estar en el mundo tiene que “estar puesto” así él puede ejercitar distintos roles: “payaso” que alegra al grupo, papá, trabajar, etc. En realidad esa dosis medida solo dura pocos días para luego abandonar la paternidad, el trabajo y de divertido pasar a ser un solitario en busca de una dosis.
Daños neurológicos abonan estas conductas. La adicción es una alteración crónica de los sistemas de recompensa o sea de los sistemas del placer que todos tenemos. Acá el placer quedó fijado en consumir y todo lo otro (hijos, vida, deporte, amistades, etc.) queda en un segundo plano. También es una enfermedad de la memoria que queda embargada y depreciada para ser solo memoria adictiva. Olores, lugares de encuentro, nombres de distribuidores y rumiación para encontrar las dosis; solo eso es parte de su memoria. Su sistema de pensamiento y de control de impulsos ya no funciona por la afectación crónica de persistentes consumos que en este caso llegan a más de veinte años ininterrumpidos. Oscar había perdido la brújula de su vida, tratarse es recuperar la misma. Brújula que marca el norte o sea el sentido de la vida.
La vida, que es un ejercicio cotidiano de nuestra libertad, queda reducida para muchos en encontrar la dosis. El problema diario es uno solo: la dosis. Aquel paciente que relatábamos se asustó de lo que podía venir: elegir, optar. Llegó a su casa, durmió, tramó ir a buscar la droga a la casa de un distribuidor (cocaína) y a las 9 hs. se metió en la cama y durante dos horas se drogó. ¿Tuvo placer? Quizás sintió por un momento una sensación «adrenalínica», pero en realidad quedó preso de su compulsión y todo el fin de semana se reprochó su defección.
La enfermedad para millones de seres humanos es un refugio masoquista.
Creo que por esto hay millones de personas que viven una existencia esclava pero previsiblemente masoquista. ¿Preparamos a nuestros hijos y ciudadanos a ejercitar la libertad?
La odisea y la libertad
La enfermedad para millones de seres humanos es un refugio masoquista. ¿Qué es la vida para muchos? Una maldición. Sobre esto, una versión comentada de «La Odisea» de un filósofo alemán L. Feuchtwanger nos ilustra enormemente y nos dice que muchos marineros transformados en cerdos por los encantos de Circe estaban contentos por su nueva condición y se resistieron desesperadamente a los intentos de Odiseo por romper el hechizo y devolverles la forma humana. Preferían seguir siendo cerdos a ser humanos. Cuando Odiseo logra atrapar a un cerdo y transformarlo por una hierba milagrosa en hombre, éste llamado Elpenor en absoluto agradecido por volver a su forma anterior, ataca su liberación y le dice a Odiseo: «¿Otra vez has vuelto a exponer nuestros cuerpos al peligro y a obligar a nuestros corazones a tomar nuevas decisiones? Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango, estaba libre de dudas y razonamientos; ¿A qué viniste? ¿A arrojarme de nuevo a mi odiosa vida anterior?».
La Modernidad se edificó sobre la Razón con sus ideales de la medida, el método; la post-modernidad (el hoy que vivimos) sacraliza el instante del placer en su desmedida, el tiempo se agota en la desmesura y el instinto y el goce fáctico priman sobre la pausa y los objetivos. Entonces nos quedamos sin futuro. Viva el presente, dice el post-moderno. Todo es líquido y fluyente. No hay proyecto más que el de hoy. «No Futuro», como rezaba el lema del célebre conjunto de rock Sex Pistols. Pero lamentablemente si no hay proyecto ni futuro, hay muerte temprana como lo muestra la clínica de las adicciones.
Recuperar la brújula del sentido
Tal cual nos enseña Víctor Frankl: «lo más profundo del hombre no es el deseo de poder ni el deseo de placer sino el deseo de sentido». Nos quedamos casi masivamente sin sentido, sin direccionalidad. Los adolescentes son los que más sufren esta crisis de sentido porque se quedaron también sin referentes, cuidadores, orientadores, padres que los ayuden a parir como personas en esa etapa tan difícil. Si como dice Nietzsche nos quedamos mirando el abismo éste nos “chupa” y atrapa. Las drogas son la cara del abismo. El sentido es la brújula que marca nuestro norte o proyecto vital.
Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA-Rehabilitación en Adicciones.