“…hoy me encuentro luchando para poder desprenderme de esa compañera de años “(carta del adiós –paciente en recuperación).
El bautizado como Patrón del Mal Pablo Escobar decía en las memorias que relatan sus biógrafos: “comercializo algo que todos los ejércitos no podrán controlar porque apasiona a la gente”… se refería al clorhidrato de cocaína. Desde la década del 80 se convierte en el “quitapenas” de esta sociedad post-moderna en donde el vacío de los agujeros del alma y el espíritu encuentren un contenido consistente que se llene aunque sea por varios minutos de vértigo e impulsos. Por esto la gente se mata, se empeña en conseguirla e incluso adelanta el cementerio o se gana un deterioro o un accidente cerebro vascular. “No podrán con nosotros” seguía diciendo el patrón del Mal desde el altar de la perversión y la psicopatía. Su omnipotencia…viejo pecado de la humanidad soberbia… se lo llevó también a él. El “Chapo” Guzmán sigue sus pasos, elude policías y gobiernos y sigue vendiendo esa pócima o esa alquimia anestesiante, enloquecedora pero apetitosa.
Sabían, sin datos científicos incluso de la época en que ellos empezaron, que el cerebro quedaba afectado por las drogas. Esto desde fines desde los 90 es un dato cierto. El principal aliado del “Chapo” y Escobar es el cerebro “domado” y buscador incesante de estos estupefacientes. El vacío de la vida que no contabiliza en neuronas o neurotransmisores cerebrales tiene un papel fundamental. Es la cultura misma con su relativismo e incertidumbre de valores lo que juega para ellos. Desamparo normativo junto a intemperie de valores. Todo ese “coctel” hace su juego para los múltiples “Chapos” que pululan por el mundo de hoy.
El “para mundo” de las drogas.
Las drogas crean un mundo paralelo que llamo “paramundo”; conjunto de espejismos alucinatorios que cautivan a muchos. El mundo de la realidad queda a un costado. En primer lugar queda “copado” e “hipotecado” el llamado sistema de recompensa cerebral que es donde está la sede de los dinamismos sexuales, de los impulsos, la comida, el control y la sensación de placer y fundamentalmente de las motivaciones. Las drogas “secuestran” las motivaciones. La única apetencia es consumir sustancias y máxime cuando se ha comenzado desde púber. La alteración de este sistema biológico que tiene una red química muy compleja libera conductas de exceso a la comida (por esto muchos adictos se transforman luego en bulímicos-anoréxicos), al sexo (adictos al sexo) y aumenta la memoria del consumo de drogas permanentemente. Dada esta última situación los pacientes recuerdan en forma pertinaz el uso de drogas y el llamado “craving” (anhelo irresistible de sustancias) los puede llevar a una recaída. Nuestro cerebro se maneja con 2 energías: la termodinámica (química y eléctrica) y comunicacional (relatos, vivencias, emocional, afectiva. etc.).
Tenemos tres cerebros en uno en solo 2 kg. De peso; el primero es el que nos asemeja a los reptiles siendo de respuestas mecánicas y que no aprende de la experiencia; el segundo cerebro nos acerca a los mamíferos y ya puede aprender de la experiencia y el tercer cerebro tiene una gran asociatividad, una enorme capacidad imaginativa y es el representante de lo propiamente humano: la palabra, la cultura, la postergación, la planificación, el proyecto. Llegar a tener un cerebro humano, para superar al mono es un acto también de amor y de cuidado.
La cocaína “copa” e “hipoteca” los sistemas más arcaicos del sistema nervioso…el hombre pensante queda atrás. Se suspende la función del lóbulo frontal que es la garantía de un cierto criterio de realidad. Ortega y Gasset llamaba al hombre para diferenciarlo de los animales “homo incipiens”. ¿Que quería decir con esto? …sencillamente que las posibilidades humanas eran inconmensurables manejadas desde el prisma ya sea del héroe, el santo, el abnegado, el modelo de vida. Con la coca el hombre queda reducido a un “ser en baja” y limitado en lo reptiliano y mamífero. Nada de lo grande se podrá esperar de él.
El despertar
La droga adormece a parte de la humanidad. Es el factor de explotación y alienación más grande que se haya conocido con una plusvalía en restos humanos y dinero enorme. Pero se basa en el adormecimiento. Por eso rehabilitarse es un “despertar”. Despertar lo mejor de nuestra persona y a la dignidad de una vida que tenga un dueño y un testigo que somos nosotros mismos.
Ese “despertar” es una lucha en donde la aceptación de que fuimos adueñados, la humildad de dejarnos orientar y la renuncia a la sustancia son fundamentales.
Juan escribe con la sabiduría de un trabajador desde los confines de la tierra como es el conurbano la llamada por él carta del “adiós”: “…se presentó ante mí como un amigo fiel(la cocaína) en el fondo de una gran depresión …me llevaba e iba a buscarla aun cuando estaba escondida; era solo para ella y hoy me encuentro luchando para desprenderme de esa compañera de años pero la huelo en todos lados , todavía siento el trago amargo que me dejaba y me sigue hasta en mis sueños como una mujer despechada sé que me esperará en la vereda pero me voy a fortalecer para decir no”.
Juan se está rehabilitando y sus dos hijos son sus testigos y una vida que lo espera. Se está despertando de ese sueño que lo había capturado como también a millones hoy en el mundo y que engordan arcas de miles.
Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA –Rehabilitación en adicciones.