Juan, con apenas 16 años, está en un refugio de consumo de paco. El padre lo busca y su figura resalta con un  temporal como escenario de esta angustia ligada a la búsqueda del hijo. Sus pies en el barro y todo él claman por su hijo. Alguien, como si fuera un ángel salvador, le dice: “…está ahí, ojalá yo tuviera un padre como Ud. que me buscara”. Lo veo y al interrogarlo parece un “viejo-joven”. Su sistema nervioso se ha “apagado” y así lo muestran los estudios cerebrales. Triste, apático, sin ganas. Las drogas y el alcohol lo llevaron a esta situación. Desde los 11 años consumía.

Hoy Juan se está recuperando e incluso trabaja con el padre en un taller mecánico. Esta historia de vida me conmovió. El amor repara, encuentra, da salidas y fundamentalmente rescata. Necesitamos rescatistas como ese Padre.  Mientras tanto el Paco con su malignidad tóxica sustrae. Resta. El amor paterno  suma y multiplica. El consumo voraz de esta sustancia lo había prácticamente  “secuestrado”. El no –abandono lo salvó.

El paco “secuestra” la función pensante del cerebro. Nos convierte en un conjunto de automatismos solo prestos para volver a consumir. El autómata vence al pensante. En un kilo y medio el cerebro contiene tres funciones: a) las que nos liga a los reptiles con movimientos reflejos y automáticos; b) el cerebro que nos liga a los mamíferos y por ultimo c) el incipiente cerebro razonante y con capacidad desarrollar un contacto social y el amor hacia otros. El Paco y la mayoría de las drogas suspenden el funcionamiento de este tercer cerebro. Necesitamos, hoy, rescatistas. Cuidemos a nuestros hijos de las drogas. No las dejemos avanzar. Consulte .

Juan Alberto Yaria

Director General GRADIVA. Rehabilitación en Adicciones.