“…la Creación anda a las piñas y apolilla sin “colchón” “Julio Sosa y E. Cadicamo –“Al mundo le falta un tornillo”
Parecería que el lamento de Julio Sosa fruto de la creación poética de E. Cadicamo tiene una validez hoy: la gente se agolpa en tiempos de epidemia para comprar sustancias que lo van alejando de sí mismo, dividiendo y alienando y sigue diciendo el poeta “todo el mundo en el riel…que venga un mecánico…para ver si lo puede arreglar”
Juan sale un fin de semana luego de un proceso terapéutico aparentemente positivo. De repente sale, roba las llaves de su casa mientras los padres duermen y vaga por la ciudad tratando de consumir. El día después retorna asustada, fundamentalmente, de sí misma y sin haber consumido. Oscar sale con compañeros y huye para entrar en los laberintos de una villa. Dos días está ahí. Vuelve en una ambulancia en estado de intoxicación severa. Jorge me consulta por primera vez hace unos años:”…estoy todo golpeado, cocaína, pasta base, alcohol a lo loco; no puedo sostener nada…solo me hace pensar en cambiar mi hija “. A los 40 años es un despojo de impulsos, desanimado y sin esperanzas de cambio. Reforzar la esperanza es una de nuestras tareas en estos pacientes ya casi al borde del cementerio. El vínculo es clave y por supuesto que en él nazca una semilla de cambio representada en la imagen valiosa y amada de su hija de 7 meses. Con él pudimos lograrlo luego de muchas vicisitudes. Historias y más historias de como las drogas y las “dobles personalidades” van de la mano.
Las drogas generan disociación y se va ampliando la brecha entre lo que tiene que hacer en la vida cotidiana y la necesidad de consumir. Eso se llama abstinencia o necesidad de consumir para calmar el malestar. A medida que lo hace se van disminuyendo los controles biológicos de los impulsos (sectores muy precisos del cerebro y del sistema nervioso en general que se dañan lentamente con la ingesta de estupefacientes) y la pérdida del auto-control es cada día más evidente. “Cuando tomo una copa…ya tomo dos botellas y me persigo y si no me gusta una cara lo golpeo…la violencia es mi carta de presentación cuanto estoy “pasado”; me seguía diciendo Jorge en donde con frialdad describe lo que hace el Otro que hay en él.
Esta división de la personalidad está unida a la ruptura de contacto con la realidad .Ya es imposible controlar una conducta ni mantener un proyecto. El consumo inveterado de sustancias genera cambios permanentes en las estructuras y función del cerebro y con demandas permanentes para mantener una “doble vida “. Esta disociación lleva a fugas, huidas, amnesias en donde no se acuerda lo que se hizo, dobles identidades.
En esta disociación se divide y rompe lo que necesitaría estar unido y el control se va perdiendo y máxime en procesos de abstinencia y de dependencia a sustancias. El objeto frete a estas personalidades disociadas es precisamente lograr lo contrario o sea la integración de la personalidad.
Dr Jekyll y Mr Hyde
Las adicciones nos muestran los múltiples repliegues que en la vida los seres humanos podemos llegar a tener. Ya R. Stevenson en su célebre Dr. Jekyll y Mr. Hyde mostraba con precisión como convivían en una sola persona dos personalidades. En el personaje convivían el amante de la ley y el bestial. Después supimos que R. Stevenson se estaba describiendo a si mismo porque era un consumidor de todo tipo de drogas y especialmente cocaína. El libro es conocido porque muestra una representación vívida de un trastorno psiquiátrico que hace que una misma persona tenga dos o más identidades o personalidades con características opuestas entre sí. En psiquiatría, esto hace referencia al trastorno disociativo de la identidad (anteriormente conocido como trastorno de personalidad múltiple).
El consumo de drogas amplían esta disociación; hay un conflicto entre dos impulsos que pugnan dentro del sujeto sin que en muchos casos él no tenga consciente esa lucha: una teniendo en cuenta la realidad y la otra renegando de ella y siguiendo los deseos más arcaicos e incluso autodestructivos.
El ADN de la Adicción
A medida que se sigue consumiendo el ccerebro queda vulnerable luego de la experiencia crónica del consumo y queda sumamente condicionada a señales ambientales: lugares, personas y contextos que disparan automáticamente la recaída y el deseo de consumir.
Podemos decir que en el “ADN” de la adicción está la posibilidad permanente de recaer si el paciente no logra con el tratamiento en una comunidad dejar de consumir, hacer una psicoterapia intensiva, tomar a los grupos de recuperación como parte du su vida por varios años y aceptar un programa de conducta en donde necesita renunciar a lugares de consumo, personas de contacto (“dealers” por ejemplo y compañeros de consumo) y a situaciones que lo pueden llevar a recaer.
Acá hay tres grandes valores para la recuperación: a. aceptación del padecimiento; b. humildad para buscar ayuda válida dejando la soberbia típica de las conductas adictivas y por último la renuncia a un estilo de vida que lo llevaría a las 4 c: clínicas, cementerio, cesantías laborales y cárcel. El destino de la autodestrucción que está en el propio ADN de la adicción y necesita el paciente reemplazarlo por un proyecto de vida con una ayuda terapéutica.
Juan Alberto Yaria
Director General GRADIVA. Rehabilitación en Adicciones.