POR JUAN ALBERTO YARÍA
30.09.2019
Colas de 70 metros para comprar drogas en Villa 1-11-14. Llamó la atención esta semana, pero ya lo había anunciado en un trabajo para este medio hace cuatro semanas. Varios pacientes y un taxista, adicto a la marihuana, me dijeron que para esa droga no había colas y sí para la cocaína y otra para la pasta base. Tres colas para comprar.
Los pacientes me señalan que esta es una señal de soledad, vacío y de falta de vínculos. Luego, las drogas harán su juego «domando» los sistemas de placer de la sub-corteza del sistema nervioso y adormeciendo los sectores más evolucionados del pensamiento en el cerebro. Y entonces la gente va a buscar esa mercadería que resulta ya una necesidad.
Cocaína, marihuana y pasta base…cada sustancia va por su carril. Plena organización para distribuir cada producto. Hay «policías» de la organización que resguardan el orden, a los sospechosos se les revisa el celular; hay «satélites» menores que rondan en bicicleta para detectar sospechosos, las cámaras quedan bloqueadas por «pasacalles», lomos de burro bloquean las calles o barricadas con puertas de heladeras dificultan el paso hacia zonas sensibles. Había un grupo de remiseros fieles que aseguraban el transporte hacia Puente Alsina» vía conurbano. Todo esto se está desbaratando (hace 20 años que funciona), pero no me interesa lo policial sino las historias humanas que hay detrás.
VIDAS SIN «NOMOS» (NORMAS-LEYES)
Si hay miles de personas que buscan sustancias, estas parecen que ayudan a eludir angustias o vacíos y nos podemos preguntar qué sucede en el desarrollo de la vida de tanta gente. La clínica y el consultorio cotidiano de las personas en crisis de drogas nos muestran que no se puede vivir sin ser alojados por la ley.
Ley que no es la penal ni solo la social, sino la ley interiorizada que surge de los vínculos y las palabras en el seno de modelos significativos que organizan nuestra crianza. Padres, escuelas, barrios, centros culturales, en suma la cultura en la expresión de protección de la vida.
Jorge me dice: «mi papá consumía conmigo». Ahora se trata y con vergüenza me lo cuenta. Le digo que su padre me abrazó llorando y me pidió perdón por todo lo sucedido. Le dije que era muy digno lo que estaba haciendo y que se estaba rescatando. Luego, Jorge me dice que su mamá consume y su hermana también. Con alegría me dice «esta es mi casa». Paradojas de la vida ya que Gradiva como comunidad terapéutica se transforma en su casa.
Ahí recuerdo a mi maestro Edgard Morín cuando en Francia me decía que surgirán miles de «casas de vida» en donde se buscará refugio ante lo que él llamaba la «mega-barbarie organizada», que era la acción conjunta del individualismo, la errancia de los amores y las drogas masificadas.
Las soledades masivas dejarán ahí su impronta y las drogas son el refugio. Según Byung-Chul-Han («La expulsión de lo distinto», 2016) el «vivir con y el vivir para» están en crisis; son tiempos de des-vinculación que paradójicamente es vivido como tiempo de libertad, pero no hay libertad sin vínculos porque compromiso, lealtad y promesa son virtudes en crisis. Al mismo tiempo nos dice que «hay un nuevo poder blando que no es imponer el no sino mostrar que todo puede ser sí».
La progresía de la izquierda «caniche» y de la derecha «culposa» se suben a esta ola y las drogas forman parte de este desbarajuste ético y afectivo de la sociedad. Se defiende su consumo y se ocultan su perjuicio a la salud y se denigran u ocultan los vínculos familiares y los vacíos que existen en la vida de los niños especialmente.
EL ALERTA TEMPRANO
Perdimos la «batalla» del alerta temprano desde la infancia y la detección precoz ante las primeras consecuencias del consumo de sustancias y queda entonces el consumo como la primera etapa de «luna de miel» y cuando aparecen los síntomas ahí entramos en el «desierto» de la falta de expectativas y de sentido de la vida porque nuestra vida personal no logró enraizarse en el «nomos» de la ley y en el solar nutricio del amor, la contención y de palabras orientadoras con modelos válidos transmitiendo valores y no dis-valores. La emergencia en drogas parecería mostrar la crisis de ciertos elementos «necesarios» para una vida sana.
DIRECTOR GENERAL GRADIVA – Rehabilitación en adicciones