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POR JUAN ALBERTO YARÍA 11.06.2023
Drogas: ¿es problema criminal? ¿es problema de libertad personal?¿es un daño a la salud pública? Solo hablamos del narcotráfico o de la libertad para consumir. Los daños a la salud pública y en los consumidores ni se mencionan. Lo policial impera. Mientras, aumentan los delitos y también las libertades convertidas en esclavitudes.
La Argentina ocupa los primeros lugares en América Latina en el consumo global de sustancias desde el alcohol, las drogas en general y los psicofármacos. Estamos en relación a la marihuana en el lote de los tres primeros consumidores en América Latina (informe de UCA). Cuatro de cada diez personas que buscaron ayuda no la consiguieron.
En la Argentina es alta la prevalencia de la cocaína, lo cual es evidente en la consulta clínica (Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Investigaciones socioeconómicas ligada al Conicet).
Mientras tanto, el crack que resulta disolviendo cocaína con mezcla de amoniaco o bicarbonato al hervirse se forma como sustancia sólida y se vende como piedra es la estrella en varios sectores sociales. Es letal para todos los sistemas orgánicos y de gran presencia en los barrios. Los pacientes relatan un “fogonazo” cerebral que los cautiva y los lleva a repetir la dosis que no dura más que media hora, pero que al mismo tiempo puede ser un certificado de defunción.
 

DISCUSIONES BALADIES
Es singular el aumento comparativo de consumo de drogas entre 1999 y 2017. En la prueba de una vez en la vida supero al 100 por ciento y en el ultimo mes supera al 100 por ciento. En los últimos veinte años subieron los índices de consumo en ambos sexos; en hombres se duplicó y en mujeres se triplicó.
Mientras tanto seguimos hablando solo del narcotráfico o de la libertad de consumir mientras las patologías mentales aumentan cada vez más. Los dilemas se enfrentan, pero no se habla del daño a los más vulnerables. ¿Ignoramos la detección precoz? Los pacientes llegan luego de veinte años de consumo con deterioros múltiples de tipo orgánico, mentales y de perdida de años de aprendizaje.
Al mismo tiempo vemos jóvenes que comienzan a consumir a los 11 o 12 años en pequeños pueblos del interior y ya no solo en centros poblados. En pequeños pueblos (especialmente ganaderos y agrícolas) la venta de drogas a menores (habitualmente con carencias afectivas) se ha convertido en un trabajo más.
No alertamos lo suficiente con los daños que provoca o promovemos el consumo cuidado en menores que tienen vulnerabilidades mentales y cerebrales frutos de la hipo-evolución de sus estructuras bases de un desarrollo sano. Así, van aumentando las patologías mentales especialmente en los más vulnerables.
Las familias ni se mencionan tanto para la prevención ni las debacles de estas que viven hipertraumatizadas por consumos entre ellos o perversiones cada vez más evidentes.
La familia anuncia la debacle cultural que vivimos. El eximio escritor y filósofo K. Chesterton decía: “El primer Estado es la familia”. Anuncia un orden en la transmisión intergeneracional que incluye donación de sentidos, valores y proyectos. Todo esto parece caer. ¿Dónde esta el padre?¿La madre vive hiper-melancolizada? Las escuelas asisten -por la información que tenemos- como espectadoras paralizadas a los consumos en los baños (relatos de los propios pacientes) que para resguardarse no van a esos lugares.
Ya la palabra y el encuentro no bastan, solo la violencia o el alcohol, como mínimo, son sedativos autodestructivos de un malestar en el existir. Cuando el orden cae aparecen las ordenes; es el mundo del mandato, la violencia como imperio, el fracaso del amor.
 

DETERIOROS VITALES
Todo quedó naturalizado; no hablar como modo de resolver o mitigar problemas (los griegos enseñaban “los problemas se solucionan hablando o no se solucionan”) queda a un lado y se acude entonces a un soporífero pasajero que genera hábitos destructivos. La propia consulta a un profesional, experto de salud mental, para encontrar una salida a los sufrimientos no aparece en la agenda social. Entonces buscamos la salida rápida, momentánea, autodestructiva que es el consumo con un gran aparato social de propaganda y de distribución. Somos de esta manera objetos del mercado no sujetos de palabra.
Aumenta el número de familias participantes del narcomenudeo como motores de trabajo y la temprana inclusión del joven en la cadena narco-criminal con mayores presencias femeninas. Mientras tanto qué pasa en la vida del joven y del adulto. Cómo se van rompiendo parámetros vitales para el desarrollo y la salud:
1- Cambios en el sueño con la alteración de los ritmos biológicos (dormir de día y vagar de noche).
2- Sedentarismo (con reducción musculo esquelético y oxigenación cerebral).
3- Afectos empobrecidos.
4- Descenso del aprendizaje.
5- Alimentación “chatarra” con debilitamiento de todos los sistemas orgánicos y psicológicos.
6- Envejecimiento precoz.
7- Agotamiento cerebral.
A su vez en el cerebro se van deteriorando funciones de dirección de la conducta y del autocontrol de los impulsos fomentándose la labilidad emocional, el aplanamiento afectivo, la tendencia a la irritabilidad o impulsividad y la dificultad para dirigir la conducta hacia una meta lo cual lleva a dejar proyectos o estudios. Las imágenes cerebrales muestran daños en la memoria.
 

DEFICIT DEL CAPITAL HUMANO
Los pueblos hoy se fortifican cuando los capitales humanos llegan a niveles saludables lo cual favorece al progreso individual y de la comunidad.
Nosotros ya estamos en riesgo de encontrarnos con un deficitario capital humano que fue uno de los estandartes gloriosos de nuestro pasado: familia, escuela, espiritualidad, cultura barrial y sociedades ordenadas eran los anticuerpos que prevenían los males sociales.
Mientras tanto sigamos en la discusión “onanista” sobre lo policial y la libertad de consumir. Salas atestadas de hospitales son la contracara.
*Director General de Gradiva, rehabilitación en adicciones.

Juan Alberto Yaría

  • Director general de Gradiva – Rehabilitación en adicciones