Padre Caído.

»  No voy a poder dejar la cocaína, la cocaína me va a dejar a mí” Padre de un  paciente que murió de una sobredosis (2005).

“…el padre está muerto “Leyenda del Mayo Francés 1968

El padre del paciente era  un objeto para la droga. Ya no más sujeto capaz de ser autónomo y libre con  capacidades para educar a su hijo y formar a una familia. El sujeto queda  convertido en objeto-cosa dependiente de una sustancia. El llanto del hijo; hoy  adolescente y también en lucha con el problema de la droga, evoca esta escena  infantil de un padre crucificado con su propia “cruz blanca”. La evocación es  seguida de un dolor físico; retorna el trauma del padre crucificado…no puede  seguir hablando ya que el trauma sigue estando en “carne viva”. No existe una evocación que permita elaborar lo sucedido. Habitualmente la incapacidad  de elaborar se transforma en pura repetición del dolor original y del  sufrimiento vivido. El también se droga; pero lucha contra ese blasón que  recibió de su padre biológico ya que no es un honor sino un mandato criminoso.  Su vida luego de eso es un “apagón emocional”; una madre con varios hijos y sola  que luego vuelve a casarse y, posteriormente, surge el rechazo del nuevo padre  al hijo de la anterior unión. Debe irse de la casa materna vive con un familiar  lejano. Ya a los 12 años sigue la “ruta de la muerte” del padre biológico. De  internación en internación. La madre en determinado momento se replantea todo y  el paciente vuelve a creer que es posible vivir. La madre le transmite ya no  rechazo sino amor. La ley del antiamor que es la droga queda suplida por el  orden que da la ley, el amor y el proyecto. ¿Cómo superar la imagen de un padre  caído? ¿Cómo suplir lo que nunca se transmitió del padre? ¿Como pasar de la  muerte a la vida?.

ABSTINENCIA

Muchos no lo logran y viven en  permanente abstinencia de sustancias. La vida es abstinencia ya no creación,  sublimación ¿Cómo vive el adicto la abstinencia? Realicé una interrogatorio  cualitativo y los pacientes me refirieron las siguientes vivencias: sensaciones  de displacer existencial, irritabilidad, la irrupción de un automatismo que no  puede parar; la soberbia y el no escuchar a nadie como lo previo a consumir;  tensión emocional y muscular, dolores de estomago, sensación de vacío, ideas  fijas e impulso irresistible. Muchos nos dicen que es la irrupción de Otro (la  otra personalidad) absolutamente diferente a lo habitual. En muchos es la  búsqueda de una codependencia (amigos o parejas consumidoras). En todos se  observa omnipotencia y un desafío incluso a las leyes de la naturaleza que se  expresa en el desmentir el cansancio, la diferencia día-noche que se transforma  en  un gris presencialmente  continuo. No se puede parar. De ahí también la experiencia aterradora que es  para estos pacientes el insomnio. Es un murmullo el silencio de la noche que  funciona como el espanto mismo. Todo este proceso de abstinencia y fuga en el  consumo es mucho más grave en aquellos que tienen familias desmembradas y en  donde la función paterna ha caído ya no es portadora de cultura, sublimación,  lenguaje, crecimiento. Goethe decía “…quien tiene ciencia, arte o religión se  salva”. Esta arquitectura de sentido a través del pensamiento racional, la  creatividad y la trascendencia necesita de ciertos cimientos: uno de ellos y  fundamental es la función paterna o de personajes sustitutivos de esta función  (tíos, modelos sociales, abuelos, incluso la madre misma, maestros, etc). En el  mayo francés del ´68 los carteles decían “El Padre está muerto”. Era la caída  del padre autoritario. Pero también cayó el Padre Donador creador de Vida y a la  vez garante de la misma. Este parece ser un tema clave en la post-modernidad  cultural de hoy.